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  • Carlos Collantes Díez

BANGLADESH, TIERRAS Y EXPLOTACIÓN TEXTIL

12 Julio 2016 1606

Hace ya unos meses, nuestro compañero Benjamín Gómez pasó un periodo de vacaciones entre nosotros, pudimos hablar con él sobre su experiencia y sobre la situación de Bangladesh.

 

¿En qué ámbitos misioneros estamos implicados mayoritariamente como javerianos?

Hoy día los Javerianos hemos pasado de ser fundadores de parroquias a reinventar dicho trabajo según planteamientos más acordes con las directrices del Concilio Vaticano II. El Reinado de Dios supera la idea de Reino de Dios en cuanto que el Dios de las teologías asiáticas no tiene ningún lugar concreto desde donde le apetezca reinar, más bien hay que buscarlo en las calles de Bangladesh, donde se deja ver a través del rostro de sus gentes. Se percibe, en la mano que tiende su mano al pobre y desahuciado porque se encuentra indefenso, manifiesta el gesto de un Dios solidario con la causa del empobrecido.

Nuestra presencia misionera nos ha llevado a optar por aquellos  grupos con más dificultad de aceptación o integración social, así optamos por los Dalits, contactamos además poblaciones indígenas y niños de la calle. También  hemos asumido el Dialogo Interreligioso como forma particular de hacer Misión. El Dialogo de la vida de cada día es apreciado por nuestros vecinos musulmanes e hindúes. La construcción de Escuelas de Apoyo (Feeder School) ha facilitado un acercamiento a estos grupos orillados, incluso no reconocidos como tales dentro de la Constitución de Bangladesh; la lucha por ser reconocidos por lo que son y la recuperación de su identidad indígena o hindú constituye un desafío para nosotros.

Un nuevo campo que conlleva una presencia muy valorada es la preocupación por la salud de tantos menores y/o adultos con problemas de salud: tumores, malformaciones congénitas, cirugía plástica, pediatría. A través de los distintos hospitales construidos en el pasado y actualmente en propiedad de las distintas diócesis conseguimos aliviar la vida de muchas personas afectadas por el dolor y sin acceso a ningún tipo de tratamiento médico, para ello contamos con la ayuda de distintos profesionales de la medicina que gratuita y puntualmente viajan y vienen y cubren este campo.

Trabajaste unos años en España en la animación misionera y en el área de misión y cooperación de CONFER y volviste a salir en el 2002. En estos años, ¿cuál ha sido tu misión principal?

Estoy trabajando en la Diócesis de Mymensingh, donde contamos con diversos grupos indígenas en su mayoría de origen hindú, de modo particular trabajo con el grupo Garo o Mandi que es una sociedad matrilineal donde la mujer esta al centro de la tribu y es la heredera y coordinadora del clan. La tierra pasa de mujer a mujer y si no hay heredera tienen que hacer una adopción para que se pueda traspasar la propiedad. En estos últimos años hemos tratado de cubrir cerca de 21 Escuelas de Apoyo entre población hindú y musulmana, cada escuela tiene unos 160 alumnos. Hablamos de unos 3360 alumnos que se benefician de nuestra presencia misionera, naturalmente esto revierte en las familias y en los comités de las aldeas. Es una red de relaciones humanas donde la identidad religiosa de cada uno contribuye a solidificar las escuelas y convertirlas en auténticos centros de diálogo interreligioso. Cuándo nuestros vecinos musulmanes celebran la fiesta del Id Mubarak posterior al ayuno del Ramadán nos invitan a compartir lo que tienen y vamos a esa fiesta. Lo mismo ocurre al final de la época de lluvias cuando nuestros hermanos hindúes celebran el ciclo de la vida, allí estamos para cantar y celebrar la vida junto con ellos.

Uno de los serios problemas que vive la gente es la desposesión de la tierra de algunos campesinos, ¿puedes hablarnos de esta problemática?

Bangladesh -un poco más extenso que Andalucía- alcanza unos 160 millones de personas, podemos imaginar lo que significa tener que luchar por una vivienda, un espacio donde poder asentarse. Una gran mayoría no tiene nada, viven en plastiqueras, slums, chozas mal construidas, y esto ha creado una alta migración interna. Dhaka, capital del país, se ha convertido en la segunda Calcuta de Asia, impresiona ver tanta gente deambulando por las calles de Dhaka, durmiendo en sus aceras. Por otro lado, la oligarquía agrícola decide lo que se siembra y cuando se siembra y fija los precios del arroz; esa misma oligarquía ha importando maquinaria de China para trabajar el campo y mucha gente son braceros que viven absolutamente al día. Futuro oscuro para ellos y sus hijos. Muchas familias se ven endeudadas debido a los préstamos adquiridos que no pueden devolver, y los prestamistas vienen a sus casas amenazando si el préstamo no es devuelto. Cuando visito las Escuelas de Apoyo para motivar al profesorado y encontrarme con los jefes de aldea siempre sacan a la luz este problema del préstamo y me cuentan que para los indígenas, la tierra no es meramente un objeto de posesión y producción. La relación integral de la vida espiritual de los pueblos indígenas con la Madre Tierra, con sus tierras, tiene muchas implicaciones profundas. Además, la tierra no es mercadería que pueda apropiarse, sino elemento material del que debe gozarse libremente. 

El profesor economista Muhammad Yunus ha creado el microcrédito que en cierto modo ayuda a paliar la vida de muchos, pero esto no es suficiente, hoy se impone una autentica revolución agrícola e industrial donde al menos se reconozcan los derechos de los trabajadores. Muchos grupos han vivido desde siempre en zonas concretas, han nacido en ellas pero no han tenido sus propiedades escriturizadas, pasada por el registro civil y esto ha creado un autentico ladronicio por parte de algunos grupos de interés ligados al negocio textil. Se ha convencido a familias para que desalojen sus aldeas a cambio de una miseria, prometiendo asentamientos nuevos y educación para sus hijos, esta es sin duda una de las grandes mentiras del textil, donde por cierto encontramos grupos de inversión españoles ¿a quién no le suena Mango, Zara, El Corte Inglés, Springfield, Benetton o H&M?, ¿Quién no conoce Inditex? 

Las marcas pueden hacer mucho a favor de los empobrecidos, pueden crear escuelas para sus hijos o financiar becas de estudio, deberían permitir la sindicalización de los empleados, facilitar el acceso a la sanidad y sobre todo mejorar las condiciones de las mismas fabricas que en la mayoría de los casos son deprimentes e inhumanas.

Hace algún tiempo, se habló bastante entre nosotros de Bangladesh a causa de un terrible accidente en una fábrica de textil donde murieron más de mil personas que trabajaban y trabajan en condiciones de gran precariedad y explotación. Numerosas empresas o multinacionales del textil están implicadas en este grave problema. ¿Puedes hablarnos de ello? ¿Qué papel juegan las multinacionales y marcas de ropa que luego venden entre nosotros?

Fue el 24 de Abril de 2013 en Rana Plaza, cerca de Dhaka, y perecieron cerca de 1236 empleados, el edificio se vino abajo, se abrieron muchas y amplias grietas en las paredes y en los tejados, aperturas que habían aparecido paulatinamente hasta entonces y que habían sido denunciadas por los propios trabajadores, siendo sus avisos ignorados por el propietario del edificio. Pocos días después 20.000 trabajadores de las fábricas cercanas se manifestaron en protesta, a veces tenemos la impresión de que esto sirve de poco.

Sospechamos que la estructura de poder que gobierna Bangladesh es plenamente consciente de que está sentada sobre un volcán, como en otros países mal llamados pobres. De ahí la enorme represión que existe en estos países. Y la policía inmediatamente se movilizó para frenar y cortar la posibilidad de que se iniciara la explosión del volcán. Pero existe otra forma de represión –que apenas ha salido en los medios- dirigida por las grandes corporaciones textiles extranjeras que, aliadas con las élites gobernantes del país, configuran las intervenciones públicas que sostienen un sistema basado en una enorme explotación. Me estoy refiriendo a la gran industria certificadora que trabaja para estas compañías textiles. Estas compañías protegen a las compañías explotadoras, defendiéndolas legal y mediáticamente, minimizando y trivializando el daño y la participación de las mismas en la contratación de aquellas fábricas. Detrás de cada corporación (sea textil o no) existen compañías de certificación que intentan minimizar los costes que estos desastres suponen para las compañías.

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