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  • Carlos Collantes Díez

PASADO TURBULENTO, FUTURO PROMETEDOR (RDC-III)

27 Julio 2016 1173

Para superar las limitaciones inherentes al plan de desarme de los grupos armados, ya en 2013, el Gobierno había elaborado un nuevo plan de desarme que prevé sólo la reintegración social y política de los ex miembros de las rebeliones o de los grupos armados que no son responsables de crímenes de guerra o de crímenes contra la humanidad (graves violaciones de los derechos humanos, como las violencias sexuales y el reclutamiento de niños soldados) que, según el derecho internacional, son crímenes imprescriptibles. Aquellos que son responsables de estos crímenes deben ser arrestados y llevados ante la justicia. Pero, ¿cómo hacerlo?

El ejército actual es ineficaz porque está formado sobre la base de la integración de ex milicianos sin ningún entrenamiento militar y de ex rebeldes con intenciones dudosas. La reforma urgente del ejército y de la policía nacional tendrá que garantizar el reclutamiento de nuevo personal según los criterios de una opción voluntaria y profesional, un salario suficiente y digno, una logística adecuada, un cambio radical de la cadena de mando, una justicia militar imparcial y el reemplazo de las tropas actualmente desplegadas en el este del país por otras provenientes de regiones diferentes.

Presiones necesarias

En cuanto a los grupos armados extranjeros, es esencial que la comunidad internacional presione a los gobiernos de sus países de origen: Ruanda y Uganda, para que se faciliten las condiciones de desarme y de repatriación de los miembros de estos grupos armados. Condiciones relativas a la apertura de un espacio político y la reintegración social de aquellos que no son buscados por la justicia, porqué no han cometido crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad, crímenes de genocidio.

Los grupos rebeldes y los grupos armados nacionales y extranjeros financian sus actividades de guerra a través del comercio ilegal de los minerales locales, será necesario, por ello, evitar su acceso a estos recursos a través de un control progresivo de los yacimientos mineros por parte del Estado y de medidas de justicia contra los comerciantes que colaboran con los grupos armados en el contrabando de estos recursos. Es también necesaria una reforma del sector minero que permita la cualificación de los diversos yacimientos mineros según fueran o no aptos a la exportación de minerales y bajo qué condiciones; la certificación de los mismos minerales que demuestre su recorrido desde la mina de origen hasta la exportación; la obligatoriedad de la aplicación del deber de diligencia, que consiste en el asegurarse que los minerales comprados y exportados no contribuyan a la financiación de cualquier grupo armado.

Terminar con el saqueo

Un trabajo ineludible para poner fin a los crímenes cometidos por los diferentes grupos armados es la lucha contra la impunidad. Por eso, es necesario reformar la justicia congoleña para que sea más transparente, imparcial e independiente de los poderes ejecutivo y militar. Dentro del sistema de justicia congoleño, se podrían crear algunos tribunales especializados mixtos, con la participación temporal de personal internacional, encargados exclusivamente de los crímenes de guerra, de los crímenes contra la humanidad, los crímenes de genocidio y las graves violaciones de los derechos humanos.

Por último, es necesario que los países occidentales industrializados, que siempre han mirado a la Republica Democrática del Congo como una enorme reserva de recursos naturales a explotar a bajo precio para su desarrollo económico, cambien sus políticas económicas en relación con este país. Haría falta que pasaran de una economía de saqueo y de depredación de los recursos naturales a una economía de cooperación y de solidaridad que haga posible el desarrollo económico del Congo (RDC). Además, el crecimiento económico de la República Democrática del Congo sería ventajoso también para ellos, que se ven hoy en día afectados por una grave crisis económica, porque el crecimiento económico de la RDC aumentaría su poder adquisitivo y, con ello, sus importaciones provenientes de los países industrializados quienes, a su vez, verían abrirse la puertas a nuevos mercados.

P. Loris Cattani sx

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