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doss 32: Encuentros-en-el-camino

13 May 2016
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Daniel Marchetto ha venido ofreciendo a los lectores de nuestra revista MISIONEROS JAVERIANOS una serie de reflexiones bíblicas, según el método de la “lectio divina”. Ahora tenemos el gusto de reunirlas en dos dossiers. Te las ofrecemos, para que goces con sus explicaciones y sientas que la Palabra de Dios, para ti y para cuantos la utilizan contigo, es aquel Peregrino que te encuentra en su pasearse por este mundo, el verdadero manantial de donde puedes sacar con gozo el agua de salvación.

 * * *

 Escribía el P. Daniel, al empezar su trabajo:

     “La escucha del Maestro interior pasa por la práctica de la lectio divina, de la meditación orante de la Palabra de Dios” (Carlo María Martini).

     Vamos a empezar un camino de escucha orante de la Palabra e Dios para que puedas conocer, saborear y orar los “encuentros” vividos por Jesús en su camino hacia Jerusalén.

     Leeremos el Evangelio de Lucas (las fichas de este dossier) y el Evangelio de Juan (las fichas del dossier siguiente), con el método de la “lectio divina”. Este latinajo (espero que no te asuste) quiere decir “lectura divina”, “lectura de Dios” o “lectura orante”. Desde sus orígenes, la “lectio divina” no era sino la lectura de la Biblia que los cristianos practicaban para saborear, orar y vivir la Palabra de Dios.

     Si Dios quiere, te voy a acompañar, cada mes, para que puedas aprender y disfrutar de este camino que te llevará al corazón mismo del Evangelio para que puedas vivirlo en tu día a día, compartiéndolo con los demás “hasta los últimos confines de la tierra”.

     Espero que esto corresponda con lo que tú estabas deseando; será un recorrer el camino de la Palabra hacia la Misión.

     Para ayudarte, te doy algunos elementos del método de la “lectio divina”, que se desarrolla en cuatro momentos:

     La “lectio”. Empieza con una lectura reposada para escuchar a Dios buscando el contacto con el texto bíblico.

     La “meditatio”. Continúa con una reflexión saboreada para demorar en la Palabra, rumiándola en lo más profundo del corazón.

     La “oratio”. Es el momento de la conversación confiada con Dios para “tratar de amistad a solas con Quien sabemos nos ama” (Teresa de Jesús).

     La “contemplatio”. Mirada humilde y sencilla del corazón que se abre para dejarse “atraer” (Jn 12,32) por la mirada de Aquel que nos “amó hasta el extremo” (Juan 13,1).

 

            “Sacaréis aguas con gozo del manantial de la salvación” (Isaías).

 

1. Lucas 3, 21-22

 

DÉJATE ENCONTRAR

 

Un día en que se bautizó mucha gente, también Jesús se bautizó.
Y mientras Jesús oraba se abrió el cielo,
y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma visible
como una paloma
y se oyó una voz que venía del cielo:
“Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me complazco”.

 

     Abre tu libro del Evangelio y busca el texto de Lucas 3,21-22. Empieza haciendo una lectura re-posada de él. Es el primer paso de la “lectio”.

     Para ayudarte te doy algunas indicaciones.

 

ERES MI HIJO

     Nos encontramos en los comienzos de la vida pública de Jesús, preparada por la predicación de Juan el Bautista. Lucas presenta el bautismo de Cristo no como algo aislado, sino en un contexto de solidaridad con ”todo el pueblo” que estaba siendo bautizado por Juan. Y, además, Lucas subraya la situación personal de Jesús: estaba orando (recuerda aquí como los grandes y pequeños acontecimientos del camino de Jesús tuvieron lugar en situación de oración).

     Para una lectura tranquila y sosegada te invito a seguir el movimiento provocado por los verbos que nos describen lo que pasó después de haber sido bautizado Jesús. Fíjate cómo toda la dinámica del texto te lleva a escuchar la Palabra que viene desde el cielo: Tú eres mi Hijo amado.

     A través de tres signos Lucas nos ayuda a comprender la pro-funda experiencia que Jesús ha tenido en su bautismo.

     En primer lugar, el “cielo abierto”: solamente desde arriba podemos comprender la verdad sobre Jesús, su identidad y su misión. Con Jesús empieza una nueva etapa en la historia de la comunicación entre Dios y su pueblo: lo que estaba “cerrado” por el pecado, ahora se “abre” por la solidaridad compasiva de Jesús con un pueblo que desea renovarse junto a Juan el Bautista.

     En segundo lugar, la “bajada del Espíritu”: el descenso del Espíritu sobre Jesús significa su consagración como Mesías, es decir, enviado de Dios con misión universal (confronta Isaías 42,1-9).

     La forma de “paloma” alude al final del diluvio: final feliz con posibilidad de volver a la tierra deseada para encontrar el don prometido por Dios. Ahora, este don es el Mesías Jesús.

     La calificación de “corpórea” nos dice que esta experiencia del Espíritu hecha por Jesús es algo real y concreto: como dice San Pablo, en Cristo va a residir corporalmente la plenitud de la divinidad.

     Por último, la “voz del cielo”: es el mismo Dios quien nos comunica la identidad de su Hijo, el amado y el predilecto. Esta comunicación es el vértice del relato. Aquí Jesús, desde su solidaridad con el pueblo pecador y su apertura oracional al Padre, ahonda en la experiencia de “Hijo predilecto”: identidad amada y misión salvadora que la Palabra desde el cielo abierto le confirma.

Sabor a…

Paloma

 

Imagen en que se manifiesta el Espíritu, aludiendo al Cantar de los Cantares y revelando el Amor (Cant 2,14).

La paloma que arrulla su amor durante todo el año es imagen de la fidelidad de Dios que desde siempre está cantando su cántico de amor al ser humano y su canto espera respuesta.

Cual paloma mensajera que va y vuelve desde largas distancias al palomar, el Espíritu vuelve desde el cielo a la tierra como en los comienzos de la creación (Génesis, 1,2) y desde el Padre al Hijo hecho hombre (Lucas, 3,22)

Terminada la lectura reposada del texto, vamos a proceder a una reflexión del mismo. Es lo que denominamos “meditatio”.

 

BAÑO DE NOVEDAD

     El bautismo marca la vida de Jesús: de artesano de Nazaret se transforma en Maestro itinerante por los caminos del pueblo necesitado de misericordia y perdón. Jesús deja su casa y, andariego del Espíritu, va a entrar como huésped en la de sus amigos preferidos: los pobres, los alejados, los leprosos, los pecadores, los abandonados y los desechados del camino.

     La fuerza que le impulsa es la fuerza del Espíritu y de la Palabra. Antes de salir al camino para encontrar a su pueblo (y a nosotros), Jesús se deja encontrar por el Espíritu y la Palabra. Por eso en todo encuentro vivido a lo largo del camino, Él nos hará experimentar la novedad consoladora de su Espíritu junto con la Palabra amorosa del Padre del cielo.

 

NUEVA ANDADURA           

     El bautismo de Jesús es el episodio bíblico más adecuado para empezar la andadura que haremos este año por los caminos y los encuentros del Mesías Salvador en el Evangelio de Lucas. Para Jesús, el bautismo es la sumersión en la fuente de su existencia, es dejarse arrebatar por el vuelo del Espíritu, es dejarse contemplar por el Padre que, con la frescura de su mirada, le trae una Palabra única de predilección y de amor.

     De ahora en adelante, Jesús sabrá encontrar a sus predilectos porque se deja encontrar Él mismo como predilecto: y es que para saber amar hay que dejarse amar. El silencio de Jesús ante la Palabra amorosa del Padre nos comunica la profundidad de su adhesión a ella: sumersión total en la corriente vital y vitalizadora del Amor.

   Esta experiencia de Jesús, el Padre la ofrece a cada uno de sus hijos. La situación en la que puedo ser consciente de este ofrecimiento, en la que puedo descubrir el cielo abierto y escuchar la voz que viene de lo alto, es la que vivió Jesús: “estaba orando” y “estaba con todo el pueblo”. La oración es abrirse al amor de Dios, es dejarse amar por el Padre. La solidaridad en la inmersión total en las inseguridades, miedos y pobrezas de los últimos.

 

*   *   *

 

La Palabra se hace vida

 

Una vez leído y meditado el texto, es el momento de la contemplación (“contemplatio”), de acallar la mente y el corazón (las palabras, las reflexiones y los sentimientos ahora sobran): basta sólo Él. “Fijos los ojos en Jesús, el que inició el camino de nuestra fe”.

 

1. Entro en oración y pido el don del Espíritu para volver a descubrir en mi bautismo el gran regalo que Dios me ha hecho: el Padre me hace su “hijo amado”, en solidaridad con todos, junto a Jesús.

2. Intento acercarme, como Jesús, al “pueblo” que busca novedad de vida. ¿En qué aspecto o lugar del mundo podría yo también sumergirme (bautizarme) para solidarizarme con las heridas sangrientas de mis hermanos?

3. ¿Estoy experimentando, cómo Jesús, que sólo a quien se hace solidario la oración le abre el Cielo y le inunda el Espíritu de Dios?


Oración: Respira amor.

 

Señor,
alta paloma buscan mis ojos ciegos para seguir amando,
para seguir viviendo tu misma vida.

Dame, en el Jordán de tu ternura, fuego.

Pronuncia tu Palabra verdadera sobre mi carne.

Quiero ser mensajero de tu amor,
presencia que, dándose en silencio,
respira amor y sabe arder en pura caridad.

Tu cuerpo divinizadamente
me arrebate en su vuelo de inefable ternura.

¡Oh Tú, mi dulce origen y mi glorioso centro!

Y el Padre en sus amores pronuncie su Palabra:
 “Tú también eres mi hijo predilecto”.

Jesús Bermejo

 

2. Lucas 4, 1-13

 

POR EL DESIERTO

 

Jesús regresó del Jordán lleno del Espíritu Santo.

El Espíritu lo condujo al desierto

donde el diablo lo puso a prueba durante cuarenta días.

 

     Hoy te invito a abrir el Evangelio y leer Lucas 4,1-13. Haz una lectura pausada para darte cuenta de lo que dice.

 

EL ESPÍRITU LLEVÓ A JESÚS

     Conducido al desierto por el Espíritu del Padre, que en el bautismo se le había revelado íntimamente: Tú eres mi Hijo amado, Jesús fue discerniendo la voluntad de Aquel que le enviaba como Mesías a los pobres.

     Probablemente estés acostumbrado a considerar la escena de las tentaciones en el desierto como una lucha épica entre el diablo y Jesús. No hay mejor manera para desvirtuar su mensaje.

     En este episodio aparece con fuerza el papel activo del Espíritu. De hecho, el Espíritu es el responsable de lo que le pasó a Jesús en el desierto de su vida.

     Lucas, el evangelista que estamos leyendo, nos muestra la simultaneidad entre el impulso del Espíritu y la provocación tentadora del diablo: El Espíritu lo fue llevando…, mientras el diablo lo ponía a prueba. A lo largo de toda su vida (esto es lo que significan los cuarenta días), Jesús fue acompañado por el Espíritu hasta que, en la radicalidad de su entrega, lo exhaló sobre sus discípulos como fuerza de perdón, comunión y misión universal.

     El Hijo amado, que nunca gozó de privilegios paradisíacos, pasaba por la vida como por un desierto: expuesto a la aridez de la incomprensión de los suyos y a la sutil lucha del que intentaba robarle la Palabra recibida en el bautismo. Sin embargo iba acompañado por el Espíritu que lo forjaba como Hijo fiel al Padre y amigo de los predilectos del Reino.

     Su estilo ha sido inconfundible: salir del Jordán rumbo al desierto, bajar del Tabor rumbo al Calvario. Amado con predilección en el bautismo, se nos hizo Amante hasta el desierto extremo de la Cruz.

PALABRA O PALABRAS

     Vamos a meditar el mensaje de las tres tentaciones saboreando el texto bíblico que nos sitúa a Jesús ante el vértigo de su decisión más radical: ¿Dejarse llevar por las palabras que brotan de las expectativas de la gente o entregarse a la Palabra del Padre que, desde el bautismo, resuena en Él y que el Espíritu, como un soplo divino, le está sugiriendo como Proyecto del Reino?

     Para entrar en los sentimientos de Jesús, ¿por qué no te imaginas que estás junto a Él en el desierto oyendo, como Él, las necesidades corrientes de la gente de su época (y de la tuya)? ¿Por qué no preguntarle a Él lo que va a decidir? ¿Vivirá desde la misión recibida del Padre o se conformará con satisfacer los deseos superficiales de su gente?

            Lucas tiene un enfoque muy personal  dela  primera  tentación. Al poner en boca de Jesús: Nosólodepanviveel hombre

Sabor a…

 

Desierto

 

   El desierto fue para Israel un lugar de paso desde la esclavitud hacia la tierra de libertad. Dios quiso que su pueblo naciera en el desierto, lejos de dioses extranjeros, lejos de riquezas tentadoras.

   La permanencia en el desierto estuvo marcada por la prueba, las protestas y la lucha del pueblo (Éxodo 13-17). Sin embargo, y según los profetas, el desierto también fue el lugar de la intimidad, el tiempo del amor entre Dios y su pueblo (Jeremías 2,2; Oseas 2,16).

            Jesús en el desierto, además de vivir la experiencia de su pueblo, se dejó educar por el Espíritu. En el desierto, reino del viento, el soplo del Espíritu le manifestó su poder. Así, Jesús es el primogénito del Espíritu (Juan 3,8).

(sin añadir como hace Mateo: sino de toda Palabra que sale de Dios), el evangelista quiere que me pregunte y busque cuál puede ser el complemento del pan: ¿Y de qué más vive el hombre?

     La vida del hombre no depende del pan producido por arte de magia o de la tecnología o de la economía, sino del producido por arte de compartir lo poco que los pobres tienen: los cinco panes ofrecidos por los discípulos con solidaridad, son el camino de los hijos de Dios que Jesús aprendió bajo el soplo del Espíritu.     

     Eso es vida para el hombre: compartir lo que hay, a fin de que haya para todos: condonar lo que el pobre nos debe ya que nunca fue nuestro lo que le exigimos.

 

CANIBALISMO PSICOLÓGICO

     La segunda tentación es la del poder frente al servicio. Si por la tentación del pan nos alimentamos de cosas, por el deseo de poder nos alimentamos de personas. No te asustes si esto suena a canibalismo psicológico: es la triste realidad de una sociedad que nos propina mensajes subliminales de competitividad para que todos digamos que todo va bien y mejor que los demás.

     Sin embargo, lo que el Espíritu le está sugiriendo a Jesús, a mí y a ti también, no es llegar primero para dominar sino llegar juntos para servir. ¿Te acuerdas del buen samaritano que, olvidando su camino y sus proyectos, se hizo prójimo de aquel pobre al borde del camino? Este hacerse prójimo para servir puedes aprenderlo adorando sólo a Dios.

     El descenso del Mesías hasta los más humildes de la tierra te impide poder encontrarlo en las alturas de los poderosos.

 

ESPECTÁCULO MILAGRERO

     La tercera tentación es la del espectáculo milagrero frente a la confianza profunda en el Padre. Muchas veces tu misma pereza y desgana, tu falta de opciones claras por el Reino, llegan a desafiar con osadía las intervenciones de Dios: a Él le demandas todo lo que podrías hacer tú. En el fondo, a todos nos da miedo el camino de la entrega total (eso significa adorar a Dios) vivido por Jesús hasta el último extremo. El camino de la cruz, elegido por el Mesías, te lleva a otra osadía, más evangélica: la de confiar totalmente en el Padre.

     Cuando en el desierto de tu vida y ante el vértigo de la decisión te dejes llevar por el Espíritu del Señor, tú también recibirás fuerza para vencer sobre los caprichos de tus deseos y de tu entorno social y sabrás optar por la radicalidad de tu proyecto.

     ¡Libre, finalmente libre, para andar por los caminos del Reino!

 

*   *   *

 

La Palabra se hace vida

 

1. Tú también has recibido en el bautismo una maravillosa palabra del Padre para transformarla en opción de vida. ¿Sabrías descubrirla y personalizarla, es decir, tomar conciencia de ella para que en los tiempos de prueba o de desierto no se apague ante las astucias del tentador, que te la quiere robar?

2. ¿Estás convencido de que la manera de vivir como discípulo de Cristo se ha de concretar, también para ti, en gestos de obediencia, confianza y servicio al Padre hasta el extremo del amor entregado a los más humildes de tus hermanos?

3. ¿Te asusta la perspectiva de la Cruz? ¿Asumirías la misma actitud de Jesús ante la riqueza, el poder y el placer?


Oración: Pan de palabra.

 

Necesito mirar sobre las nubes
el hondo amor del corazón del Padre,
su dulce providencia,
su sonrisa y el gozo de su luz infatigable.

Toda riqueza es nube de verano,
toda humana fortuna es frágil sueño.

Tesoro es la Palabra que brota de los labios del mismo Dios,
amor inagotable, fuego que vibra sin cesar,
aroma de fresca hierba en amorosos valles.

Buscaré tu Palabra, que es vida verdadera,
hondo hontanar que dándose renace.

Gustaré el blando pan de tu Palabra,
levadura de gozo interminable:
hazme palabra de tu amor
y dime cómo quieres que anuncie tu Mensaje.

Jesús Bermejo

 

3. Lucas 4, 14-30

 

ABRIÉNDOSE PASO

 

Jesús, lleno de la fuerza del Espíritu, fue a Nazaret…

Todos se llenaron de indignación…

y lo echaron fuera de la ciudad…

Pero él, abriéndose paso entre ellos, se marchó.

 

     En la experiencia del desierto, venciendo sobre la astucia del tentador, Jesús salió fortalecido por el Espíritu. Y, desde entonces, fue el Espíritu quien le impulsó en su andadura por los caminos de los hombres.

     Te invito a abrir la Biblia y leer Lucas 4,14-30. Haz una lectura tranquila, saboreando sobre todo las palabras y los gestos de Jesús: mientras tú vas leyendo hay Alguien que te está desvelando el secreto de su corazón.

 

ENTRÓ EN LA REUNIÓN

     Jesús, la Palabra del Padre entre los hombres, llegó un día a Nazaret. El pueblo de Nazaret pasó desapercibido a lo largo de todo el Antiguo Testamento; nadie lo relaciona con la expectación por la llegada del Mesías. Como ya sabes por el Evangelio de Lucas, sólo el ángel Gabriel había sorprendido allí a María: llena eres de gracia, saluda. Ahora va a ser el propio Jesús quien sorprenda a sus paisanos con la gozosa apertura del tiempo definitivo de gracia para todos los pobres.

     Sí, Jesús sorprendió. Pero no como un meteorito que cae del cielo, sino como alguien que, desde la sencillez, aprende y sabe compartir la experiencia de su pueblo: tenía la costumbre de frecuentar la sinagoga de Nazaret, nos narra el evangelista. Ya sabes que la sinagoga es el lugar de reunión del pueblo judío.

     Es decir, la Palabra frecuentaba el pueblo, Jesús caminaba siempre donde la gente se encontraba reunida y compartía la lectura de los Profetas y el canto de los Salmos. Entrando en la reunión y formándose como un discípulo más en la Lectio (lectura orante) de los antiguos creyentes, Jesús se preparaba para proclamar lo que en su corazón de Mesías venía resonando como deseo del Espíritu y clamor de los pobres: la ternura de la gracia ofrecida a todos como buena noticia.

 

…Y CENSURÓ EL TEXTO

     Cuando le llegó el turno de presidir la reunión, Jesús, con suma libertad, mezcló dos párrafos del profeta Isaías y cortó uno de ellos por donde le pareció que el texto no reflejaba adecuadamente el Proyecto del Padre, ése que Él estaba a punto de dar a conocer.

     Si abres el libro de Isaías y compruebas cómo termina el texto original, descubrirás una amenaza, el anuncio del “día de venganza de nuestro Dios” (Is 61,1-2). Jesús censuró este punto y no leyó la frase: con su misión comienza una nueva época, la época del don gratuito del amor (gracia) de Dios por los pobres, los cautivos, los ciegos y los oprimidos.

     Lo que Jesús es y experimentó como don del Espíritu en el bautismo, es decir, el ser Hijo amado del Padre, ahora lo proclama como experiencia gozosa regalada a todos. Es el YOBEL (Año jubilar), es el tiempo de perdón y júbilo que se hace realidad en los que se abren a la escucha de la buena noticia de la Palabra.

 

EMBARRADO CON LOS SUYOS

     ¿Sabías que, desde entonces, el tiempo de nuestra historia es tiempo de jubileo? ¿No te parece maravilloso haber nacido y estar viviendo bajo el signo zodiacal de la Alegría?

Sabor a…

 

Yobel

 

   La palabra “jubileo” tiene raíz hebrea. En la Biblia el término hebreo es “Yobel”, que significa el “cuerno de cordero”, usado como instrumento sonoro para anunciar el Año excepcional dedicado al perdón de Yahvé y a la recuperación de la solidaridad entre el pueblo de Israel. Año de gracia inaugurado con el sonido del Yobel o Año del Yobel, ahora Jubileo (Cf. Levítico, 25,8-17).

            La palabra jubileo tiene también raíz latina. El término Jubilum expresaba los gritos de alegría de los pastores y después, simplemente, alegría, gozo y júbilo. ¿No serían los pastores de Belén los primeros concertistas de Yobel en honor del Emmanuel, el Dios-con-nosotros? (Cf Lc 2,20).

     Escucha lo que Juan Pablo II escribió: El término Jubileo expresa alegría: no sólo alegría interior, sino gozo que se manifiesta exteriormente, ya que la venida de Dios es también un acontecimiento exterior, visible, audible y tangible.

     Si Jesús llamó a todos a la alegría, también sus discípulos, tú y yo, tenemos que seguir esforzándonos por crear las condiciones para que la experiencia de la Salvación alcance a los más olvidados de la tierra.

     Pobres y cautivos, ciegos y oprimidos son los favoritos de Jesús y han de ser tus favoritos; como Él, por los caminos de Galilea, te irás haciendo solidario para hacer realidad el mismo sueño del Padre, contemplar al Hijo embarrado con los suyos, derrochando alegría y perdón universal.

 

HOY OS NACE LA PALABRA

     Jesús acaba de explicar su misión con las palabras del profeta: se identifica con su espera, pero se distancia de él al declararla cumplida “hoy…”. Este “hoy” es la novedad de Jesús, indica que la Historia de los hombres está viviendo un momento excepcional de gracia. Desde la irrupción de la novedad de Jesús en aquel “hoy”, desde entonces, es tiempo de júbilo, que se hace realidad cada vez que tú también escuchas la Palabra de Jesús.

     Mediante aquel “hoy”, Jesús quiso llamar la atención de los nazarenos sobre el momento presente para que reconocieran el cumplimiento de las promesas proféticasen su misma persona. Toda la atención de nuestro corazón se centra en Él. Sólo Él ha de cautivar nuestra mirada, para que nuestros pasos echen a andar sobre sus huellas.

 

LA PALABRA EXTRAMUROS

     La superficial admiración de los paisanos  de  Jesús  se transformó en

 violento rechazo de su persona, auténtica envidia de que la gracia del Jubileo fuera universal, de que beneficiara a las castas más bajas de la moralidad social. Y así, la Palabra fue arrojada extramuros por quienes tampoco habían acogido la apertura de horizontes de los profetas Elías y Eliseo.

     A veces pienso si nuestras Iglesias, con su solera, no están también encerrándose en una fe eurocéntrica, hispanocéntrica, etc.…, cuando, tantas veces, organizan su pastoral, es decir, la acogida de la Palabra, sin horizontes verdaderamente mundiales. ¿No crees que la frontera entre la acogida y el rechazo del Evangelio pasa también por los corazones y la vida de nuestras comunidades cristianas?

 

TERNURA UNIVERSAL

     Pero Jesús, la Palabra bondadosa de gracia, no se detuvo, se abrió paso entre la oposición de quienes lo querían todo para sí. Y la experiencia extramuros se transformó en decidido camino hacia el lugar de la entrega, hacia Jerusalén; para que desde ese testimonio de amor, el Espíritu lo transformara en camino hacia los confines de la tierra. Así, para todos los últimos que con Él viven extramuros, en los arrabales de la Historia, el Reino toca a ternura, gozo y compasión universal.

 

*   *   *

 

La Palabra se hace vida

 

1. En la sinagoga de tu vida, Jesús te dice: “He venido a librarte de tus esclavitudes y de tus pobrezas, a otorgarte una nueva visión de las cosas”. ¿Tienes el coraje de sacar a la luz todo tu ser y dejarte curar por Él?

2. Encontrar al Mesías es “peligroso”, podría cambiar los horizontes de tu vida. Como los paisanos de Nazaret, ¿prefieres seguir encerrado en la imagen de un Dios según tus esquemas mentales o te atrae la aventura del sí a un Dios que camina al lado de los débiles y oprimidos?

3. Estupor y asombro fueron las reacciones de los nazarenos frente al Yobel del amor proclamado por Jesús. El asombro es la actitud del que se deja interpelar, pero aún no ha dado su respuesta; es sólo un primer paso hacia Jesús. Tú, ¿dónde te hallas frente a Él?

4. ¿Sabrías pasar, “abrirte paso”, del estupor al amor?


Oración: Ungido por el Espíritu

 

Esa gozosa fuente,
que eternamente mana con ímpetu divino,
unja mi ser en blanda mansedumbre
y en casto amor encienda mis caminos.

Dulce Jesús amigo, conságrame con esa inmensa hoguera
de eterno amor eternamente activo
y ungidamente empuja todo mi ser a lo que soy, a lo que sueño.

Así podrá mi voz transfigurada beber tu aliento vivo,
anunciar a los pobres la luz de tu Evangelio,
cerrar hondas heridas en el nido del corazón,
quebrar duras cadenas,
fundir odios antiguos:
ser presencia y palabra de amor
entre los pobres y los sencillos.

Jesús Bermejo

 

4. Lucas 5, 1-11

 

SIGUIERON LA PALABRA

 

«Rema lago adentro y echad vuestras redes para pescar».

Lo hicieron y capturaron una gran cantidad de peces.

Entonces Jesús dijo a Simón:

«No temas, desde ahora serás pescador de hombres».

 

     Jesús predicaba al aire libre. Había sido excluido de la sinagoga y hablaba a la orilla del lago allí donde faenaba la gente.

     Abre tu Evangelio y lee Lucas 5,1-11. Antes de entrar en la lectura del texto busca el silencio que te permite poner alerta tu corazón para dejarte encontrar por el Señor que te quiere hablar. Saborea detenidamente el primer versículo: La gente…, la Palabra…, a la orilla.

     No busques el silencio del aislamiento intimista alejado de la preocupación solidaria con los demás. Lucas te está presentando a un Jesús que no elige, como lugar para la Palabra, las paredes del templo, sino el ajetreo de la gente a la orilla del lago.

 

JESÚS, EL CONOCIDO

     La llamada de Simón acontece después de que Lucas haya concentrado nuestra atención en Jesús actuando solo, por el territorio de Galilea. Hasta ahora el protagonismo de Jesús ha sido como algo planeado por el evangelista para ofrecernos su visión de la llamada de los primeros discípulos: el seguimiento es fruto de un encuentro maduro y consciente con Alguien que ya se ha dado a conocer. Según Lucas, a diferencia de Marcos, Jesús entra en casa de Simón cuando éste aún no es su discípulo. Y, ahora, la llamada del Señor se cruza con la respuesta de Simón, Juan y Santiago en la espesura del día que, trabajoso y desilusionante, se abre al riesgo de la confianza.

 

EL PESCADOREXPERIMENTADO

     Nos hallamos a orillas del lago de Genesaret. El pueblo afluye numeroso para escuchar la Palabra, signo de la exitosa presencia de Jesús. Él, rodeado de gente, ve dos barcas junto a la orilla; los pescadores, después de la inútil faena de la noche, estaban lavando las redes. Simón, que no parece estar escuchando a Jesús, está a punto de dejarse llevar por aquella palabra que ya está ganándose la simpatía del pueblo. Es el mismo Jesús quien toma la iniciativa de subir a la barca de Pedro: todo un gesto de cercanía que sacude los sentimientos de Simón justo cuando la honda tristeza del fracaso nocturno le embarga.

     Jesús ya se había acercado a su casa y ahora le elige privilegiando su barca a la de sus compañeros, probablemente Santiago y Juan.

     ¿No te parece sorprendente esta táctica evangélica de que sea siempre el Maestro quien dé el primer paso, antes que los discípulos? El verdadero arte del discípulo consiste en dejarse cautivar por el Maestro que, eligiéndonos, reivindica la iniciativa del amor (Jn 13-15).

     Así, poco a poco, el vulnerable pescador de Galilea va aprendiendo dejarse tocar las heridas de su fracaso por las manos, salvadoras, del joven Maestro, también herido porque fracasó en Nazaret. La actitud de Jesús, expulsado de la sinagoga de su pueblo, supo ganarse, por gratuidad y empatía, la mirada del pescador rechazado por las aguas de su trabajo.

 

EL PESCADOR SORPRENDIDO

 

     Y entramos en el acontecimiento sugestivo de la llamada hecha por Jesús a Simón.

Sabor a…

 

Pescadores

 

            Ser pescadores de hombres aparece en el Evangelio como figura de la misión. En el Antiguo Testamento, la figura del pescador es la del vencedor guerrero (Jer 16,16); pero es, sobre todo, la imagen del pescador como salvador de un peligro (Num 31,15. 18; Deut 20,16) la que prevalece en Lucas donde pescar hombres vivos (literalmente: pescar hombres para la vida) significa pescar a la manera de Jesús: ofrecer a todos esa Palabra de Gracia, capaz de recrear a los más desesperados y pecadores, transformándolos en seguidores entusiastas del camino emprendido por Él.

     «Boga lago adentro…”: no te rindas,  lánzateotravezynavega más allá de tus éxitos y fracasos. ¿Eres tú capaz de rehacer tu vida con la mirada puesta, no en tu experiencia y sentimientos, sino en el Maestro cuya Palabra es viva y eficaz?

     Cuando dos mil años de historia cristiana dejan tras de sí la chatarra humana y a veces hasta eclesial que, a ti y a mí, nos dejarían llorando sobre nuestro presente (recuerda que Jesús también lloró acercándose a Lázaro y a Jerusalén), ¿quién se atrevería a bogar «milenio adentro»?

     El experto pescador del lago se sabe al dedillo los avatares de la vida en las profundidades del agua. ¿Qué le puede aportar el surrealista profeta de Nazaret, crecido entre los montes y totalmente ajeno a la vida que bulle en nuestros mares? Solamente la fuerza inspiradora de su Palabra: …confiando en tu Palabra, echaré las redes.

     Estas son las primeras palabras que Lucas pone en la boca de Simón. Nos muestran la confianza agradecida del discípulo que, cogido del corazón por su Maestro, ya no alardea de experto; y, además, como María en el anuncio de la encarnación, pasa de la perplejidad a la receptividad del hágase en mí según tu Palabra. Y, como María concibió al Hijo del Altísimo por la fuerza del Espíritu, así Simón y sus compañeros concibieron (traducción literal) tal cantidad de peces… gracias a la acogida de la Palabra de Jesús, el lleno del Espíritu Santo.

 

SIMÓN EL DESBORDADO

     El impacto de Jesús sobre Simón Pedro fue chocante; sorprendido por el Misterio de su persona, Pedro se siente pecador y cae en el hundimiento más absurdo: apártate, sal de mi vida, Señor.

     ¿No ves aquí reflejados tantos sentimientos de huida ante el vértigo del enamoramiento con el Señor?

     Si huyes del Señor acabarás falseando la auténtica humildad: eres humilde cuando «te dejas ser» ante Él, así como eres.  ¿No te parece que el hacer hincapié en tu fragilidad podría transformarse en una excusa para que Cristo no siga permaneciendo en tu barca?

     Ante esta paradoja del corazón humano, Jesús el Maestro ya no sale de la vida de Pedro sino que, además, lo llama para compartir la suya, ofreciéndole nuevos horizontes de trabajo: pescar a hombres para la vida.

     Simón Pedro, desbordado por tanta cercanía y confianza recibida de su Maestro, es transformado de pescador experto de peces, en pescador experimentado por el Señor: aprendió a dejarle el éxito de sus esfuerzos.

     Y aprendió que el surrealista profeta de Nazaret se conoce, mejor que el fondo del mar, el fondo del corazón humano: ante todo el suyo. Ese no tengas miedo le aseguró que Jesús nunca le hubiera dejado solo en sus fracasos.

     Por eso, con sus compañeros, acogió la Palabra del Maestro convirtiéndola en camino: lo dejaron todo y le siguieron.

     ¿Serás, tú también, invitado a rehacer tu vida andando el camino de Jesús otro milenio más?

 

*   *   *

 

La Palabra se hace vida

 

1. Como en el caso de Pedro, que pasó de pescador de peces a pescador de hombres, Jesús necesita de tu experiencia de vida para llevar la Palabra del Evangelio a las gentes de nuestra “aldea global”. ¿Estás dispuesto a ofrecerle sitio en tu barca?

2. Creo que, como Jesús, tú tampoco quieres echarte atrás ante los fracasos y los miedos de la vida. ¿Recuerdas alguna situación que hayas vivido hasta el límite de tus fuerzas y sin conseguir nada? Recuérdala e intenta revivirla echando las redes, fiándote de su Palabra.

3. ¿Te sientes tocado en el corazón y desbordado por Aquel cuya Palabra y Espíritu saben recrear la vida rota de nuestro planeta humano?


Oración: Seguirte, ¿para qué?

 

En medio de la noche tenebrosa
nos harás pescadores de hombres nuevos.

Pondrás tu gran Palabra en nuestros labios
para encender el mundo con tu fuego.

Ungidos por el soplo de la Gracia,
sellados por la luz del Evangelio
y ardiendo en el amor que nunca muere
seremos tu Palabra convertida en tu fuego.

Llevaremos la paz al mundo de los pobres,
proclamaremos la razón profunda del gozo verdadero
y en tus trigales y en tus claras viñas
seremos paladines y profetas de tu fulgor eterno.

En esta triste tierra, partiremos tu pan,
repartiremos, a manos llenas,
desmedidamente,
la gracia de tus mares y el trigo de tu cuerpo.

Jesús Bermejo

 

5. Lucas 7, 36-50

 

AMANTE EN EL CAMINO

 

Una mujer, una pecadora pública,

se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume…

Jesús dijo a la mujer:

«Tu fe te ha salvado. Camina hacia la paz ».

 

     Todo estaba preparado para que el anfitrión pudiera lucirse con su huésped ante sus impecables amigos, cuando una mujer “pecadora de oficio” se presentó en casa: y el huésped se lució con ella. ¡Vaya manera de fastidiar la fiesta organizada por el gremio de los "buenos" a favor de Jesús! ¡Una señora de vida alegre!

     Abre tu evangelio y lee: Lucas 7,36-50. 
     Esa pecadora, la mujer del perfume, es la única prostituta protagonista de un encuentro confidencial y callado con Jesús. Ella entra en escena en silencio, y en silencio se mantiene para dejar que actúe en su vida la Palabra de quien había descubierto ya como el Maestro en el arte de "decir" el perdón novedoso y gratuito del Padre.

     Escucha, tú también, dentro de ti, el deseo de esa Palabra; no te desanimes si el silencio despierta el griterío de tu interioridad herida: entre las nubes apreciarás mejor como luce para ti el sol.

UNA PROSTITUTA EN EL BANQUETE

     La mujer, sabiéndose pecadora, se sentía de la familia de Jesús. ¿Te acuerdas de cómo los Judíos echan en cara a Jesús, "Nosotros no hemos nacido de prostitución”? Las semillas divinas de la Palabra echan raíces en nuestra historia sin avergonzarse de su lado más oscuro. Solamente los fariseos, es decir, los separados, se agobian con un estilo de vida puritano y pretenden fomentar una experiencia religiosa hecha de obsesiva y minuciosa pureza legal.

     Por el contrario, Jesús se sumerge a gusto en la totalidad de las experiencias humanas, sin avergonzarse de ningún contacto necesitado de la gratuidad de su amor. Nosotros, tan preocupados por la autenticidad de nuestra fe, ¿cómo reaccionamos cuando alguien diferente entra en "nuestra casa", en el corazón de la fiesta que estamos celebrando con el Señor? La personalidad de Jesús tiene un atractivo que seduce locamente a quienes saben más de amor que de leyes. Hasta el experto en leyes religiosas, el fariseo Simón, se dejó adelantar por la mujer del perfume: nadie más deseosa que ella por dejarse comprar por tal Amante, portador generoso y tierno del gratuito perdón del Padre.

 

LA DANZA DEL AMOR

            He escogido este encuentro entre la mujer del perfume y Jesús porque el contraste entre la experiencia de ella y la actitud del fariseo te puede permitir conocer el punto de partida de tu camino espiritual como discípulo del Señor. El Maestro camina hacia Jerusalén, la "Ciudad de la paz", meta escogida para hacernos la entrega total de su amor. ¿Quién podrá seguir el ritmo de este camino?  Ahí nace la callada respuesta que brota del encuentro con la mujer del perfume, enredada en el pecado y agraciada por

Sabor a…

 

Perfume

 

   El perfume es símbolo del amor de la esposa al esposo: «Mientras el rey estaba en el diván, mi nardo despedía su perfume» (Cant 1,12).

   En este evangelio expresa el amor de la mujer perdonada integrada en la familia de Jesús amado como Esposo por su comunidad de discípulos.

   El significado nupcial se completa con el símbolo del «cabello», en el cual queda cautivado el esposo: «Con tus trenzas cautivas a un rey» (Cant 7,6).

            Jesús, fascinado por la gratitud sincera de la mujer, le corresponde con su amor y ternura de Maestro.

el perdón: nadie puede participar en la danza del amor si antes no ha participado del llanto de su pecado.

     Ésta es la puerta de entrada, éste es el umbral del seguimiento de Jesús: su amistad es gratuita, no se vende a nadie. Sólo se entrega de balde. El amor de Dios no tiene precio; intentar pagarlo significaría comerciar con él para "merecerlo". (“Merecer”, “meretriz”). Jesús desvela el pecado de prostitución del fariseo que intenta comprar a Dios con sus buenas costumbres y es incapaz de reconocer su radical condición indigente ante la gratuidad del perdón, regalo del Cielo para todos.

     La mujer pecadora sí que entiende la gratuidad del amor. Su experiencia, aunque herida y manchada, la hace más sensible al lenguaje del amor Amante que a la mirada inquisidora del fariseo. Ella, perdonada, se siente en su casa allí donde pueda estar colocada "detrás" (situación del discípulo que sigue al Maestro), "a sus pies" para emprender con ellos el camino hacia la paz: tu fe te ha salvado, camina hacia la paz, le dice el Señor del perdón.

 

LA MIRADA DEL MAESTRO

El Maestro es, por su identidad, el hombre del más (magister). Y Jesús siempre se revela “magistral” en su mirada. Al fariseo, que sólo veía a la mujer del pecado, Jesús le invita a ver algo más profundo en ella: la mujer del amor. Aunque escondida en la fragilidad de su condición herida, Jesús sabe ver en ella la flor del amor. La flor del cerezo, aunque haya caído en el barro, sigue siendo una flor, me enseñaba mi anciano maestro japonés. ¡Qué mirada de jardinero enamorado de sus flores, nos transmite Jesús volviéndose hacia la mujer y reconociendo su gratitud!

     La mujer, que tanto deseaba encontrar al profeta del perdón, a los pies de Jesús se conmueve y llora, y Él, respetando los sentimientos de su corazón, se deja empapar por sus lágrimas. Callado y tranquilo el Profeta de Dios se moja en el dolor de la mujer, corporalmente agradecida a su Salvador.

     La sorpresa que Jesús le ofrece con su tierna y delicada acogida, despierta en la mujer perdonada los recursos de su belleza para enjugar con sus cabellos los pies del Maestro. Los cabellos, emblema de deseo, son ahora integrados en la sincera manifestación de amor despertada en ella por la nueva mirada del compasivo profeta de Nazaret.

     Y, luego, con los besos va expresando lo que el corazón siente y, por la fragancia del perfume, envuelve su destino al de su salvador: el Maestro en el arte del perdón.

     Ella, que antes sólo sabía entregar una parte de sí a sus clientes, ahora recobra su integridad. A Jesús se entrega en totalidad de vida, corporalmente agradecida porque se sabe divinamente amada por la Palabra encarnada, llena de gracia y fidelidad.

 

*   *   *

 

La Palabra se hace vida

 

Entrando en la contemplación, deja ahora que la Palabra y la Mirada de Cristo lleguen hasta el fondo de tu ser y, desde allí, perfumen tu vida de paz y abandono en Él.

1. La mujer del perfume se sintió llamada a entrar en la casa. ¿Hallas en ti motivos que te animen a acercarte más a Cristo, a entrar en la casa donde Él habita?

2. ¿Has llegado alguna vez a hacer la experiencia del perdón gratuito de Dios tal y como lo contagia Jesús?

3. ¿Con qué mirada observas tu vida y la de los demás? ¿Te dejas educar por la Mirada positiva y perdonante de Cristo?

4. Después de saborear la gracia y el perdón del Mesías, ¿te sientes salvado y atraído, como discípulo, por el camino hacia Jesús?


Oración: Perfume… de ternura

 

Quien es amable y ama y es amado
se goza en el amor y en él madura.

Señor, esa mujer, acaso pecadora, perfuma tu cabeza, tu pecho,
tu cintura y hasta los pies derrama aroma de piedad y de ternura.

También yo, buen Jesús, reflejado en tus ojos,
me siento paz y transparencia tuya,
y en tu bondad encuentro alma de tiernas rosas,
perfume de tu gracia que lo inunda todo de tu verdad profunda;
y entiendo el gesto humilde y atrevido de esa mujer que en ti se transfigura.

Señor, toma el perfume de mis amores…
el vaso estremecido de mi corazón se quiebra a tus plantas, Señor,
y humildemente busca consuelo,
unción y amor que se renueva,
surcando el mar azul de la ternura.

Jesús Bermejo

 

6. Lucas 10, 25-37

 

EL VIAJERO COMPASIVO

 

«Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?...»

Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó…

«Vete y haz tú lo mismo».

 

    Hay una tentación en la que tú y yo caemos cada vez que abrimos la Biblia para orar la Palabra; la de decir: “ya conozco este texto, ya sé lo que tengo que hacer...”. Nos equivocamos. Cuando vayas a orar la Palabra, no te preguntes por lo que tienes que hacer o no; fíjate en lo que Dios hace por ti en ese texto que estás meditando. Así es como te quiere el Espíritu: libre de agobios y disponible para contemplar.

     Abre ahora tu Evangelio y lee Lucas 10, 25-37. Dirige tu mirada hacia Cristo y ponte a la escucha de su Palabra. Lee con atención, sin prisa y deteniéndote, sobre todo, en los verbos de la parábola.

 

¿QUIÉN SE HACE MI PRÓJIMO?

     La religión: un deber. La fe cristiana: un compromiso. Y uno, al final, se cansa de tanta seriedad de planteamientos. Entonces, no queda otra pregunta más que la del experto judío: Señor, estoy amando a Dios y al prójimo, pero ¿hay alguien que me esté amando a mí también? ¿Es que tengo que moverme siempre yo o hay alguien que sepa acercarse a mí y hacerse mi prójimo?

     ¿Quién se hace mi próximo? Parece que así se traduce mejor aquella pregunta que, dirigida a Jesús, provocó la parábola del viajero compasivo, el buen samaritano. Para todo ser humano antes del amar está el ser amado. De amor se muere, pero al ser amado, se vive.

     La cuestión que se nos plantea es más seria de lo que parece. Para convencerte de ello, basta con que tomes conciencia de las profundas heridas afectivas que parece que se esconden en el día a día de tus propios sufrimientos, de las personas que te rodean en esta pequeña aldea que es el mundo.

     Esa fuerza que posee el amor se nos ha ido debilitando porque nuestra capacidad de amar se siente herida, castigada por el látigo de la indiferencia ajena. Pienso que cuando existe el dolor, la injusticia y la muerte es que sobran corazones de piedra, ¿no crees? Sólo existe un camino que pueda devolvernos a la vida: el de quien baja hacia nuestras heridas con el aceite y el vino de la misericordia.

 

EL EVANGELIO EN BONSÁI

     La parábola del Samaritano es una miniatura de aquel rostro de Dios revelado en la Biblia y que Jesús refleja plenamente en el suyo: El que me ve a mí está viendo al Padre. Ante el ser humano caído y tirado en la cuneta del camino, Jesús te anuncia la Buena Noticia, el Evangelio. En él vemos al Samaritano del Padre, a Alguien que se hace cargo de ti y te quiere, para que tú también, curado de tus heridas, puedas amar a tus hermanos con todo el corazón.

     A Jesús le tacharon de samaritano porque confraternizaba con los pecadores y compartía con los marginados  de  la  sociedad  religiosa oficial de Jerusalén. Los samaritanos eran considerados ciudadanos marginales, y así parece que la ortodoxia judía catalogó a Jesús. Si lo piensas bien, nadie mejor que Él podía ser identificado de esta manera, puesto que venía del Padre, del mundo de la locura y la heterodoxia del amor declarado a los sencillos y a los pobres, a las prostitutas y pecadores.

            Este samaritano, el viajero Jesús, había dejado la casa del Padre para acampar   entre   nosotros;  se  había

Sabor a…

 

Misericordia

 

   Al samaritano se le conmovieron las entrañas. En los Evangelios, sentir compasión (la actitud del viajero) se aplica exclusivamente al Padre y a Jesús (Mc 1,41; Lc 15,20).

   Ser compasivo significa poner el corazón y las entrañas cerca del dolor humano, reconocer en el hombre herido una parte de mi propia humanidad y dar cabida en mis entrañas al mismo sentimiento de Dios hacia su pueblo: ¿Cómo podré abandonarte? ¿Cómo podría pasar de largo? (Oseas, 11,8).

                La compasión es el camino del corazón del Padre que se acerca y vive como propio el sufrimiento de todo ser herido en las bajadas de nuestra historia.

transformado, así, en frecuentador nocturno de nuestras bajadas de Jerusalén (la ciudad de la paz, lugar de la intimidad con Dios) a Jericó (la ciudad de las palmeras, lugar de lejanía de Dios).

     Por nosotros, el Hijo samaritano del Padre, perdió toda dignidad y conoció las posadas humanas. Ya sabes, el viajero que frecuentaba posadas era un hombre sin honor que abandonaba a su esposa en la noche y se iba por caminos de traición. Ahora puedes comprender plenamente el escándalo que provoca la identificación de Jesús con este personaje. Por eso será luego condenado el Mesías, por su infidelidad a la ortodoxia judía. Así es el Evangelio en su núcleo más profundo y sabroso: la paradoja del Hijo hecho samaritano.

     Y, no se te escape: detrás de esta identificación no judía del Mesías se encuentra el germen de la universalidad, una mirada positiva del Padre sobre todos los pueblos y tradiciones religiosas de la Tierra. Nadie ha de sentirse privilegiado, cualquiera puede encarnar el estilo compasivo de Jesús, samaritano para todas las bajadas del mundo.

 

LA PROXIMIDAD DEL VIAJERO

     Como ves, desde los comienzos del Cosmos y de la Historia, Dios había creado la vida mediante la fuerza de la Palabra (vete a buscar en Génesis 1, los diez dijo Dios del relato de la creación); luego, en el Sinaí, Yahvé entregó a Moisés las diez palabras del Decálogo para que el pueblo de Israel viviera en alianza con su Dios. Y ahora, el Poeta de las parábolas nos presenta los diez verbos de acción del samaritano (vv. 33-34) para expresarnos la proximidad de su amor compasivo: nueva creación y nueva alianza. Vamos a detenernos en estos diez caminos de proximidad para contemplar lo que Jesús ha hecho por nosotros: recuerda que la Palabra tenemos que orarla para saborear lo que Él hace. Lo demás irá naciendo como agradecida respuesta de alabanza y amor.

      Iba de viaje: el samaritano que viaja en dirección hacia Jerusalén es Cristo que asciende hacia el lugar de su entrega, para salvar a todos los perdidos en el camino.

      Llegó cerca: es la cercanía con la que el Padre se nos ha manifestado en la persona de su hijo Jesús.

      Le vio: es la misma mirada del sacerdote y del levita, pero desde la cercanía del Dios que ha bajado para liberar a su pueblo.

      Sintió compasión: es el sentimiento más profundo de Dios; sus entrañas se retuercen como las de una madre que está dando a luz a una nueva vida.

      Echándose adelante: Dios se presenta como prójimo, toma la iniciativa que brota de su corazón dolido.

      Vendó las heridas: por las heridas se pierde la vida, la sangre; sólo la compasiva cercanía del Amor puede detener el camino hacia la muerte.

      Echó aceite y vino: son la sobreabundancia del Espíritu que cura y devuelve al gozo pleno de la vida.

      Lo cargó en su jumento: es el medio débil y pacífico con el que Cristo hará su entrada en Jerusalén, símbolo de su cuerpo entregado en la cruz como puerta de entrada al Reino.

      Lo llevó a la posada: la posada (literalmente la acoge-todos) es la Iglesia a la que Cristo confía la tarea de la máxima acogida.

      Cuidó de él: en la acoge-todos, sus discípulos seguirán manteniendo viva la memoria de su viaje samaritano hacia Jerusalén, haciéndose prójimos de quienes peligran en las bajadas hacia el Jericó de los actuales salteadores y despojadores  de  vidas  pobres  e  inocentes.

 

*   *   *

 

La Palabra se hace vida

 

1. Intenta recordar un caso en el que te hayas portado como el sacerdote o el levita de la parábola. Luego busca otro caso en el que te puedas identificar con el samaritano. ¿Qué sentimientos has experimentado, dentro de ti, en estas ocasiones?

2. Seguramente tienes una imagen de Dios. ¿Es la imagen de Alguien al que hay que saber conquistar con alguna buena acción? O, por el contrario, ¿es Alguien que ama tus heridas, tus fragilidades, que viene a recogerte donde te has perdido u otros te han abandonado, aunque no te quede nada en el bolsillo para agradecerle su favor?

3. El saberte curado con el aceite y el vino de la compasión y el gozo por Jesús, el samaritano, ¿te mueve a acercarte con espíritu de iniciativa y creatividad a los que claman con su dolor tu intervención?

 

Oración: Entrar en la ruta del pobre

 

Has venido a servir, no a ser servido.

En el amor, servir es lo primero.

Desde la eterna fuente de tu inmensa ternura
viniste a amar con el ardor del fuego.

De amor nos colme el aire respirado
y la misma sustancia florida de los sueños.

Servir sin distinción,
como cisterna plantada en las entrañas del desierto.

Dar la vida vertiendo gota a gota luz en la noche trágica del ciego,
gozo en el pobre triste y abatido,
y bálsamo en la herida del enfermo.

Ser el amor que busca los caminos de tanta soledad sin alma y sin remedio.

Y dar la vida, sin cesar, a todos
e infundir en la tierra la luz de tu Evangelio:
has venido a servir, no a ser servido.

Jesús Bermejo

 

7. Lucas 8, 1-3; 10, 38-42

 

MUJERES Y DISCÍPULAS

 

Lo acompañaban los doce

y algunas mujeres.

 

     Después de haber convocado al primer núcleo de lo que podríamos llamar la familia de los oyentes de la Palabra, hombres y mujeres, Jesús recorre, con ellos y ellas, ciudades y aldeas para anunciar la buena noticia del Reino.

     Lucas es el único evangelista que nos presenta, ya desde los comienzos de la vida itinerante de Jesús, a un grupo de mujeres discípulas, junto a los doce. Aquellas que seguirán al Maestro hasta la muerte, sin huir en la gran noche de la traición, estaban con Él desde Galilea, compartiendo sus vidas y sus bienes.

     Abre tu Evangelio y lee Lucas 8, 1-3 y 10, 38-42.

 

CONVIVIENDO CON JESÚS

     Estaban con él los doce y algunas mujeres. Es el primer núcleo de la comunidad eclesial apremiada por el amor de Jesús. Comunidad apostólica formada no sólo por hombres sino también por mujeres, y que quiere, como Él, anunciar a todos los pueblos y aldeas del mundo el amor del Padre.

     En este breve sumario evangélico puedes contemplar cómo la primitiva comunidad cristiana tiene la mirada puesta en su Señor. Los doce y las mujeres no se buscan a sí mismos, sino a Él; y buscándole van muy lejos, porque Él quiso ir hasta los más lejanos, hacia todos.

     Detente un momento y evalúa tu estilo de ser Iglesia, pregúntate cuáles son las fuerzas de tu fe, si combinas una fuerza que te lleva a Cristo con otra que te lanza hacia donde Él se lanzaba, rastreando caminos con los doce y las mujeres.

     Si leemos a Marcos, Jesús eligió a los doce para que convivieran con Él y para enviarlos a proclamar el Reino. Sin embargo, según Lucas, los doce y las mujeres están de hecho conviviendo con Jesús desde los comienzos de su actividad evangelizadora en Galilea.

     Estar con Él es lo más bello y profundo que le puede ocurrir a los discípulos. ¿Te acuerdas de las palabras de Juan, el discípulo amado, hablando de esta maravillosa experiencia? Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han palpado nuestras manos…, la Vida (1 Jn 1, 1-4).

     Este estar con Él revela una amistad personal y profunda que ata a los doce y a las mujeres como discípulos a su Señor. Ellos y ellas han visto, escuchado, tocado y saboreado al Viviente. Ahora nos toca a ti y a mí dejarnos seducir por el Misterio de su persona, avivando el deseo de estar en su compañía itinerante y evangelizadora.

     ¿Serías capaz de suscribir el testimonio de Pablo: Todo lo considero basura con tal de ganarme a Cristo y estar unido a Él? Esta es la experiencia de arranque para la misión. Sin ella nunca habrá evangelización.

 

DISCÍPULAS ITINERANTES

     En contra de lo que sucedía entre los rabinos de su tiempo, Jesús incluyó a las mujeres en el grupo de los discípulos, para que escucharan y comprendieran la Palabra de Dios.

     Jesús abrió el círculo de sus discípulos y amigos a las mujeres: las posibles diversidades culturales y religiosas se tornan secundarias ante el privilegio de estar con Él, que es la vida misma. Toda discriminación tiene que desaparecer o asumir un significado positivo en la medida en que compartimos nuestra vida con Él.

     Sin embargo, puede que te preguntes si María, Juana y Susana fueron una privilegiadas.

Sabor a…

 

Amistad

 

   Jesús acogió en su amistad a hombres y mujeres. Toda amistad tiene dos aspectos: el amor (dar la vida) y la intimidad (conocer los secretos).

   Entre Jesús y las mujeres del Evangelio el amor se manifiesta en el compartir un camino de evangelización donde al perdón se responde con un estar para servir; mientras, la intimidad se transparenta en la cercanía con el maestro cuya palabra es escuchada por la discípula, que se deja poseer por ella.

     El denominadorcomúndeestasmujeres, como de todo el pueblo, fue su experiencia como objeto de atención particular por parte del Señor. Experimentaron su amor sanador y perdonante que las hizo capaces de dar una respuesta de amor. Ellas aman y siguen a Jesús sencillamente porque Él se acercó y las amó primero.

     Ellas acompañan a Jesús como los doce y, además, saben servir como Jesús. Han sido liberadas de aquellos demonios que impiden a los doce la humildad del servicio: ellos siguen preguntándose quién será el más grande. Además de ser como niños, los hombres deberíamos aprender a ser como estas mujeres para entrar en el Reino: ¿qué te parece? Ellas le acompañaron hasta el calvario y el sepulcro; ellas fueron las primeras ante la tumba vacía. Presentes en el servicio, en la muerte y en la vida.

 

LA CASA DE MARTA

     Lucas también propone una forma de ser discípulo con un estilo de acogida y hospitalidad, desde el ejemplo de dos mujeres. Marta y María abren su casa al Señor, lo sirven y escuchan su Palabra. Fíjate en el contexto misionero del encuentro con Marta y María; vuelve a leer todo el capítulo 10 y te darás cuenta de cómo el grupo de Jesús está de camino y, en la fatiga de la misión, los evangelizadores encuentran descanso en el hogar de dos hermanas.

     Marta es la primera en ser presentada. Probablemente es la mayor, la dueña de la casa. Mientras, a María nos la presenta Lucas en relación con Marta, tenía una hermana llamada María, dice. El protagonismo de Marta sigue presente en su atareada manera de servir a Jesús, mientras  que  la  postura  deMaría realza la centralidad del Señor cuya Palabra quiere escuchar como discípula.

     En la casa de Marta se desmorona el papel que la cultura judía exige a la mujer: las mujeres a sus labores y los hombres a las Escrituras.

     Marta, que se opone a esta trasgresión de las costumbres, pide el apoyo de Jesús. ¿No te importa que mi hermana me deje sola en la tarea? Dile que me ayude, viene a decirle.

 

LA OPCIÓN POR MARÍA

     Jesús, sin embargo, opta por la nueva postura de María. También ella, como mujer, puede estar a los pies de Jesús, el Maestro, entrando en la experiencia del discipulado igual que los hombres, para escuchar la palabra de Dios.

     La casa de Marta no puede ser sólo un restaurante. La presencia del Maestro la transforma en casa de la Palabra, abierta a hombres y mujeres.

 

*   *   *

 

La Palabra se hace vida

 

Ábrete a la escucha contemplativa del Maestro. Como María, sólo le acoge quien se recoge «a sus pies». Con el silencio de tus palabras, entra en el misterio de la Palabra.

1. Imagina a Jesús caminando con los suyos (los doce y las mujeres) por ciudades y aldeas, siempre buscando a los más lejanos y necesitados del Reino.

2. ¿Has aprendido a centrar tu vida en «la parte mejor»? ¿Qué importancia das a la escucha del Maestro en el día a día de tu vida?

3. A partir de la amistad que te une íntimamente a Él, ¿qué aspectos de la Buena noticia del Reino te sientes apremiado a anunciar a tus hermanos?


Oración: En la luz de tu mirada

 

«Amiga, ya no te sirven las estrellas:
sigue a Jesús, igual que los veleros
siguen el soplo vivo del sol sobre las aguas.

Déjalo todo,
deja para siempre los vanos esplendores de tu casa,
púrpura y lino, perlas y diamantes
y hondos perfumes de floridas ramas.

Sigue tus huellas de bondad,
llevando pobre sayal y frágiles sandalias.

Él sellará tus ojos con su gloria
y tu voz con la luz de su palabra.

Vuela con Él hacia el amor más puro,
recobra, en la pobreza, la esperanza».

Señor, pon en mi carne la inquietud de tu fuego
y el ímpetu sereno de tu casta mirada.

Seguiré tu camino, esa amorosa senda que tu amor me señala.

Jesús Bermejo

 

8. Lucas 19, 1-10

 

UN “BUSCA” EN JERICÓ

 

Zaqueo deseaba ver quién era Jesús.

 

     Jesús, en la última etapa de su camino hacia Jerusalén, atraviesa la ciudadela de Jericó, famosa como fortaleza inexpugnable desde la llegada del pueblo de Israel a la tierra prometida. Estamos en una ciudad cuyo pasado guerrero se contrapone a Jerusalén (ciudad de la paz), cuyo presente financiero contrasta con la salvación ofrecida a pobres y sencillos. Toda una situación antievangélica que Jesús va a desafiar protagonizando un encuentro de los suyos, quizás el más simpático de los evangelios.

     Y todo empezó porque alguien, en esa invencible fortaleza del poder y del dinero, llevaba un “busca”. Abre tu Biblia y lee Lc 19,1-10.

 

EL AMIGO QUE VIENE

     El evangelista Lucas nos ofrece el episodio de Zaqueo limitado y unificado a través de dos versos, el primero y el último, con el uso de un verbo semejante: viniendo a Jericó… (v.1) y … ha venido a buscar… (v. 10). Este detalle estilístico nos introduce en la contemplación de la persona de Jesús: Él es el amigo que, ante todo, viene. Antes de ofrecerte ayuda, Él quiere encontrarte allí donde vives. El único regalo que te trae es su Persona, por eso viene a hospedarse en tu casa, con el deseo de entrar en comunión profunda contigo, solidarizándose con el día a día que te espera.

     Esto me recuerda un dicho popular que una joven catecúmena de Japón me enseñó cuando yo le presentaba este encuentro entre Jesús y Zaqueo: Amigo verdadero no es aquél que da, sino aquél que viene, me dijo. Jesús realiza perfectamente esta perla de la sabiduría oriental porque, como Amigo que viene, tiene su corazón centrado en Zaqueo, a quien busca y encuentra como persona (sabe su nombre y adivina su escondite), a pesar del gentío de la gran ciudad.

 

EL JUEGO DEL DESEO

     Después de constatar esta actitud de empatía de Jesús, vamos a entrar en el corazón de Zaqueo, dejando que se reflejen en él nuestros sentimientos para que su experiencia nos sirva de luz.

     Zaqueo manifiesta con su comportamiento un algo positivo, porque deseaba ver quién era Jesús, quería verlo cara a cara sin conformarse con lo que sabía de oídas. Su deseo no era momentáneo ni fugaz porque buscaba (sí, en un pasado imperfecto, que expresa una acción que se prolonga en el tiempo).

     ¿De dónde nace ese deseo? ¿Habrá sido pura curiosidad? El texto no contesta a estas preguntas. Quizás porque el encuentro con Jesús siempre brota de un deseo que no es fácil de identificar en su raíz más profunda. Sin embargo, al decirnos Lucas que Jesús estaba atravesando la ciudad antes de presentarnos a Zaqueo, ¿no te parece que pueda haber una especie de insinuación narrativa de lo que ocurre en el nivel de la experiencia de fe? Es decir, ¿no crees que la iniciativa de Jesús, el Amigo que viene a Jericó y la atraviesa, sea la verdadera provocación del deseo de Zaqueo por conocerle?

            En cualquier caso, el deseo pone en marcha a Zaqueo, que se echó a correr hacia delante, nos dice Lucas. Sin preocuparse de quedar en ridículo delante de la gente de Jericó, nuestro hombrecito se esconde subido a un sicómoro. Se trata de una planta mediterránea, una especie de higuera con hojas anchas. Es un árbol que se deja trepar con facilidad porque su tronco es muy bajo; además, las hojas anchas garantizan un cobijo seguro para ver sin ser visto.

Sabor a…

 

Hoy

 

   Lucas coloca la palabra «hoy» siempre en un contexto de salvación y, sobre todo, de salvación que se está realizando:

- Hoy os ha nacido un Salvador,  en el nacimiento;

-  Hoy se ha cumplido esta escritura,  en la profecía;

-  Hoy estarás conmigo en el paraíso, en la muerte;

-  Hoy ha acontecido la salvación en esta casa, le dice a Zaqueo.

 

   El «hoy» es el único tiempo capaz de acogida y abierto a lo divino del que disponemos.

     Creo que ya te estás dando cuenta del juego de nuestro simpático mirón. La actitud de quien desea mirar sin dejarse, a su vez, mirar es una auténtica explotación del otro. Es un recibir sin ofrecerse, un conseguir algo sin entregarse personalmente al otro.

     Zaqueo deseaba llegar a ese punto con la involuntaria complicidad de las hojas del árbol. ¿No te pasa también a ti, que dejas a Cristo que se acerque sin que tú, luego, te arrimes a Él? Es un frágil juego egocéntrico que la rápida iniciativa de Jesús va a transformar en experiencia de amable acogida y de gozosa conversión.

 

LA MIRADA Y LA PALABRA

     Jesús, el Amigo, se acerca al mezquino deseo del hombrecito de Jericó como la crecida de un río que desborda el cauce y lo inunda todo. Pasa debajo del sicómoro y, al dejarse ver, satisface el deseo de Zaqueo. Pero, al mismo tiempo lo invita a que cumpla aquel movimiento que no quería o, quizás, no podía hacer. Sí, porque Zaqueo estaba bloqueado por culpa de la comodidad de su situación económico-laboral (era jefe de recaudadores) y estaba como hibernado por el juicio glacial de sus paisanos (era un pecador). La iniciativa de Jesús desbloqueó su deseo hacia una nueva primavera de vida.

     Jesús lo sorprendió, ante todo, con su mirada (alzó la vista), vio en Zaqueo a un hijo de Abrahán antes que a un pecador. Jesús supo leer e interpretar positivamente la inquietud que Zaqueo llevaba en lo más íntimo de su corazón herido. El arte de mirar del Maestro Jesús sana el corazón del pecador y lo prepara para que acoja la verdadera sorpresa, el regalo de la Palabra que le llama por su nombre: ¡Zaqueo! (Es decir: Dios recuerda: te lleva en su corazón).

     Ahora, llamado por su nombre, Zaqueo se convierte en un interlocutor apropiado para un diálogo de amistad con Jesús. La invitación: “baja aprisa” no es una orden, es más bien la garantía de que acercarse y dejarse mirar por Jesús ya no es un deseo prohibido sino buscado y requerido por Él.

     Jesús supo valorar y aprovechar, como si se tratase de un “busca”, aquel deseo, aún poco transparente y algo oscuro, del hombre escondido de Jericó. Se acordó de él, fue a buscarle bajo el sicómoro, levantó hacia él su mirada y le dirigió la Palabra. Y lo que parecía estar protegido en un lugar inexpugnable fue hallado y liberado por el deseo de amistad del Amigo y Salvador.

 

CUANDO ÉL TE HABITA

    A Zaqueo, Jesús le propone una comunión de vida: Hoy tengo que permanecer en tu casa. Y la reacción de Zaqueo es inmediata, dinámica y llena de alegría.

    Zaqueo ya está delante de Aquél que se acordó de él y le ofrece el primer signo de su corazón renovado: La mitad de mis bienes se la doy a los pobres… El primer gesto de la acogida gozosa del Señor en nuestra vida se manifiesta en la solidaridad con los pobres. Vivir agradecidos es vivir compartiendo.

    Una vez más, Jesús de Nazaret se autoinvita, hoy, a tu casa para que el Misterio de su persona empape toda tu vida. Si hoy, a toda prisa, lo recibes alegre, ya no serás el hombre de ayer sino el de mañana, aquel que Jesús quiere recrear en ti con su Evangelio de perdón, amistad y solidaridad auténticamente humanas y divinas, a la vez.

 

*   *   *

 

La Palabra se hace vida

 

1.   Cuando Jesús levanta su mirada, inicia para Zaqueo un camino espiritual profundo hacia la conversión. Orando este texto del Evangelio, ¿has experimentado el deseo de Cristo que quiere hospedarse en tu casa? ¿Hacia qué compromisos te mueve el amor del Señor?

2.   Ante el Señor, que te busca en tus escondites, ¿descubres que para Él eres alguien valioso, o sigues considerándote como uno cualquiera? ¿Sabes mirarte con su mirada? ¿Sabes descubrir tus potencialidades evangélicas?

Así como Jesús nos está educando en el arte de saber mirar con actitudes nuevas a los que la opinión social marginan como casos imposibles, ¿estás aprendiendo de Zaqueo el arte de dejarte mirar y hablar por Quien sabe tu nombre mejor que nadie?


Oración: Impasible deseo

 

Quiero ser en tu amor pureza renacida,
honda pasión de Ti,
sencillo espejo de tu bondad, vivir en tu ternura.

Quiero, Señor, dejarme y olvidarme definitivamente de estos sueños
que alejan mis delirios de tu gozo, mis ojos de tu mirada.

Anhelo ser en tu amor dorada sementera,
vino de gloria y trigo entero y verdadero;
ser dádiva incesante para el pobre,
honda de luz divina para el ciego.

Enciéndeme en tu casta lumbre,
acerca a la abundancia de tu fuente mi corazón sediento.

Sólo, si ya del todo me abandono,
podré crecer como un torrente virgen
y llegar a tu mar inmenso.

Jesús Bermejo

 

9. Lucas 24, 13-35

 

SORPRENDIDOS EN EL CAMINO

 

«¿Eres tú el único forastero que no te enteraste?»...

Y le explicaron lo de Jesús Nazareno,

profeta poderoso en obras y palabras.

 

     Hay un camino que atraviesa todas las regiones de la Tierra y que está abierto todas las temporadas de la Historia. La humanidad entera va transitando por él: caravana inmensa arrastrando ilusión y desencanto; a veces, insegura o desorientada; siempre, buscando horizontes de esperanza.

     Abre tu Biblia y lee Lc 24,13-35, dejándote sorprender por el misterioso Peregrino que se acerca a tu caminar vagabundo, como si por primera vez te alcanzara y te dirigiera la Palabra y ofreciera el Pan.

 

EL NAUFRAGIO DEL DESEO

     Cleofás y su anónimo compañero, cuyo nombre podría ser el mío o el tuyo, se están alejando de Jerusalén y de todo lo que en ella habían soñado: el éxito de Jesús como Mesías potente y libertador del pueblo.

     La larga marcha sobre Jerusalén, escuchando y acompañando al Maestro, había suscitado mucho entusiasmo en los dos discípulos de Emaús; como otros muchos seguidores, ellos habían puesto su confianza en Aquél que se les había presentado como ungido por el Espíritu… para poner en libertad a los oprimidos (Lc 4,18).

     Siguiéndole a Él, nosotros también hemos venido aprendiendo a ensanchar nuestros corazones con las dimensiones de su fascinante Proyecto; los deseos más profundos que nos habitan interiormente han podido fortalecerse cada vez que Jesús manifestaba interés por nuestras debilidades y nos preguntaba: ¿Qué deseas que haga por ti? Su cercanía despertaba nuestras ilusiones y su compasión sanaba nuestras heridas.

     Sin embargo, llegó el día del gran naufragio. El Mesías fuerte se deja condenar como un débil, sin más reacción que la del perdón; el Rabí compasivo, abandonado hasta por sus apóstoles, sólo puede confiar en el Padre.

     ¿Cómo seguir el camino trazado por un Maestro ajusticiado? ¿Cómo formar parte de un grupo que traiciona a su líder? Estas preguntas recogen también el dolor de nuestros días, la falta de esperanza en Alguien que nos ofrezca horizontes creíbles más allá de nuestras soledades y de nuestros crímenes.

     Y con el corazón zarandeado por este torbellino de frustraciones, a Cleofás, a ti y a mí no nos quedarían más ánimos que el desaliento y la vuelta a casa, con las manos vacías, si el Mesías Viviente no se nos cruzara en el camino buscando, gratuita y discretamente, a los que nos alejamos de la esperanza.

     Los dos iban conversando y discutiendo, nos dice el evangelista Lucas: saber hablar de Jesús es el primer despertar de su presencia. Nosotros también nos parecemos mucho a estos dos amigos de Emaús. Cuando el Caminante peregrino se nos acerca y, casi inconscientemente intuimos el Misterio que le rodea, tenemos mucha habilidad para informarle de las malas noticias que nos abruman. Intenta recordar tus encuentros personales con el Señor, tus experiencias de oración, y verás la de telediarios que emites al Cielo. Muchas veces, hablar de nuestras oscuridades nos incapacita para reconocer la luz.

 

LA NOSTALGIA DE LA PALABRA

     Los deseos que navegan en nuestras palabras acaban por naufragar en el ancho mar de la tumba vacía. La  soledad,  hasta  compartida,  que

Sabor a…

 

Pan

 

     Comer, consumir, significa «recibir en sí». El Pan y el Vino proporcionan la «comunión» de vida con Cristo, recibido en lo más profundo de nuestra vida. En la última cena Jesús tomó el pan, lo partió y se lo dio a los discípulos diciendo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo» (Mt 26,25).

     En conexión con la muerte de Jesús en la cruz, tienes aquí uno de los símbolos más profundos: Jesús se da al entregarse a sí mismo. La comunidad cristiana entendió la Eucaristía como una realidad de la presencia del Señor y de la unión vital con Él.

nos envuelve como una densa nube nos impide reconocer al discreto Viajero que camina con nosotros. Él, misterioso Caminante de Jerusalén, con la suavidad que siempre le caracterizaba, toma tan en serio nuestras doloridas palabras que, liberándolas de sus pesadumbres, las va capacitando para la acogida de su Palabra.

     Cleofás y compañero aprendieron del Resucitado la necesidad de empezar por Moisés, es decir, de buscar el sentido de la vida en la fuente por excelencia: la Palabra de Dios. Ellos se dejaron calentar el corazón por esa Palabra, y comprendieron que la cruz no es el ataúd de los deseos, sino la puerta hacia la morada del Misterio que sólo habitan los que aman y lo hacen hasta el extremo.

     Jesús, el crucificado por amor, es el Viviente en la morada del Padre, es el Maestro Resucitado que sabe abrazar la nostalgia de nuestros corazones con el fuego de su Palabra hecha Vida.

 

Y CONTEMPLARON EL PAN

     La escucha de la Palabra necesita el compartir del Pan. Aquí, Jesús quiere hacerte dar un paso decisivo para poder reconocer lo más íntimo de su vida.

     Jesús había vivido totalmente entregado para la vida de los más desvalidos y, en la última cena con sus amigos, quiso que se le recordara como Pan partido y Vino derramado para la vida del mundo. Este signo iba a expresar el significado de su muerte en la Cruz, amor que se da para generar vida.

     Al partir el Pan. Jesús revela a los discípulos el modo de ser y amar absolutamente nuevo de Dios, algo inesperado pero que, por la iniciativa del Resucitado, ilumina los ojos y revitaliza la esperanza de los náufragos de Emaús. Desde aquella Cena, el desconocido Acompañante se hizo íntimo amigo de vida. No desapareció:  sólo se hizo invisible, por-

que más que caminar con nosotros Él vive en nosotros. La Palabra te lo mete en el corazón y el Pan en tu misma vida. Siempre le puedes pedir, ¡quédate, Señor!

 

LA NOCHE-NUEVA DE LA MISIÓN

     El Viviente, como un discreto viajero, nos salió al encuentro mientras bajábamos de Jerusalén a Emaús. Él nos vio, se nos acercó y curó nuestras heridas con el aceite de su Palabra. ¿No se abrasaba tu corazón intuyendo en sus palabras la verdad de tu vida? ¿No se te abrieron los ojos reconociéndole en el Pan?

     Ahora, Él está en nosotros y nosotros en Él. Nuestro camino se transforma en el suyo. En la Eucaristía de Emaús, la noche se transforma en noche-nueva, la noche en que empezó la Misión. Con Cleofás y su amigo, habitados por el Resucitado, nos hacemos testigos del Hijo de Dios caminando hacia los hermanos.

     El Viviente samaritano de Jerusalén nos ha revitalizado con su Palabra y su Pan. Nuestros pies pasan de huir hacia casa a caminar hacia la misión. Y nuestros rostros ya irradian a todos el gozo de la Pascua y el Aleluya de la Vida. Hemos renacido como hombres y mujeres del Evangelio, hombres y mujeres para la Misión.

 

*   *   *

 

La Palabra se hace vida

 

1. ¿Estoy caminando como los discípulos de Emaús? ¿En qué dirección me muevo? ¿Con quién comparto mis preguntas de fe como discípulo?

2. El anuncio de la experiencia del Resucitado está hecho por dos discípulos, es decir, en pareja, en comunión. ¿Tengo como referencia vital a algún grupo eclesial? ¿Soy capaz de ser testigo con otros y para otros?

3. Cleofás y su amigo se enriquecen al compartir su fe con la experiencia eclesial de Pedro y demás apóstoles. ¿Vivo mi fe como un navegante solitario o soy consciente de ser parte viva de la Iglesia?


Oración: Quédate, que anochece

 

La tarde sabe a gloria:
la gloria de tu cuerpo que en rosas y en espigas se derrama.

Eres sol y aleluya y transparencia en gozo y en amor multiplicada.

Y vamos, desolados peregrinos, hacia un desierto sin posible fuga:
hondo dolor y decepción amarga.

Pero tu voz es fuego y es hoguera viva la luz de tu palabra
y en el pobre corazón renace la esperanza.

El pan partido y repartido tiene tu sabor,
tu ternura y tu fragancia.

Ya nuestra carne en tu fulgor se siente pura Emaús en fe transfigurada.

Quédate con nosotros, Señor.

La tarde vuela.

Nos falta tu presencia y tu palabra.

Repártenos ya siempre tu pan, tu vino nuevo
e infúndenos la gloria de tu gracia.

Jesús Bermejo