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  • Arturo LITÓN

¿QUÉ CONSUMO?

19 Marzo 2018 923

CONSUMO RESPONSABLE, SOSTENIBLE, ECOLÓGICO… ¿ES TODO LO MISMO?

Consumo Responsable, Ético, Solidario, Ecológico, Sostenible, Justo… difíciles de diferenciar unos de otros. Pero ¿existe realmente esa diferencia? Probablemente lo más fácil sea empezar definiendo justo lo contrario, el Consumo Irresponsable.

 

La Declaración de Naciones Unidas adoptada en la Cumbre de la Tierra en 2002 ya señalaba que “una de las principales causas de que continúe deteriorándose el medioambiente son las modalidades insostenibles de consumo y de producción particularmente en los países industrializados”. Las consecuencias de un Consumo Irresponsable pasan por el agotamiento prematuro de los recursos naturales limitados, la brecha social, el calentamiento global, los fenómenos migratorios, el consumismo desenfrenado, la explotación laboral, la deforestación del suelo…

CONSUMO RESPONSABLE

A pesar de las muchas definiciones que podríamos encontrar, nos podemos quedar con que todo lo que no sea consumo irresponsable, con las consecuencias que decíamos antes, será un consumo responsable. Ejercitar un consumo consciente, reflexivo y crítico, donde prime la información sobre los productos y la calidad sobre los precios, y sobre todo, el consumo que impulse un cambio de una realidad injusta e insolidaria y un auténtico respeto por el medioambiente. La propia ONU dice que al hablar de consumo responsable podemos diferenciar tres tipos distintos: el Consumo Solidario o Social, el Consumo Ético y el Consumo Ecológico.

CONSUMO SOLIDARIO O SOCIAL

Aquel consumo que quiere de forma determinante contribuir a la lucha contra la pobreza, posibilitando el acceso al mercado de los pequeños productores a través de sistemas comerciales equitativos. Aquí nos encontramos con una de las primeras alternativas que entraron con fuerza en nuestras cestas de la compra: el Comercio Justo con los pequeños productores del sur, ampliado a todos ellos, independientemente de dónde se encuentren. El objetivo último será el cambio de paradigma social, un nuevo orden económico internacional más justo y solidario.

¿En qué fijarnos? En que los productos que consumamos hayan sido producidos acorde a relaciones sociales solidarias y condiciones laborales dignas, o que las empresas cuiden de colectivos vulnerables (discapacidades, exclusión social), es decir, pertenezcan a la economía social. Y por supuesto, apostar por productos de Comercio Justo siempre que sea posible.

CONSUMO ÉTICO

Gran parte de los “males” que antes citamos surgen del consumismo desenfrenado al que nos vemos abocados, olvidando nuestras auténticas necesidades y confundiéndolas con sensaciones placenteras a través del “tener”. ¿Tenemos en cuenta el impacto social y medioambiental de nuestros actos de compra? La clave está en consumir teniendo en cuenta no sólo nuestras necesidades inmediatas, sino tras una reflexión personal donde se ponga en la balanza el beneficio del producto frente a dicho impacto. Se plantea la figura del consumidor crítico. No es dejar de consumir, sino hacerlo de forma informada y consciente. Campañas como Ropa Limpia de SETEM o las relacionadas la Banca Armada de OXFAM van en ese sentido.

CONSUMO ECOLÓGICO

Tal vez el más sencillo de incorporar a nuestro lenguaje: la regla de las 4-erres (Reduce, Recicla, Reutiliza, Recupera), la agricultura y ganadería ecológicas, las energías limpias y sostenibles, la producción artesanal…

Arturo LITÓN

 

 

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