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  • BENJAMIN GOMEZ SALAS

Cada vida es vocacion

01 May 2019 3849

UNA IGLESIA PREOCUPADA Y OCUPADA POR LOS JOVENES

Los jóvenes sueñan con la posibilidad de encontrar un lugar al que puedan sentir que pertenecen.

Debilidades, amenazas, fortalezas

El momento actual de la pastoral juvenil está marcado  por, la irrelevancia de la propuesta eclesial para los jóvenes. Hemos pasado a ser casi invisibles para ellos, lo que la Iglesia propone no interesa, su discurso no conecta, las actividades de las parroquias no les llaman la atención, e incluso la imagen de la Iglesia genera desafección; y por otro lado, la propia comunidad eclesial arrastra mucho desánimo en la pastoral juvenil, los agentes pastorales y los sacerdotes están empezando a situar a la juventud en el ámbito de lo imposible, es decir, de aquellas tareas que no merece la pena realizar porque de antemano ya podemos saber la respuesta, y nos decimos: si no van a venir, pues dejamos de convocar y proponer.

Briana Santiago, 27 años, de Texas

Heridos por la soledad, la fragilidad familiar y la ansiedad existencial: “pedimos a la Iglesia que estemos acompañados por testigos vivos, capaces de evangelizar a través de sus vidas”.

Briana forma parte del grupo de 34 jóvenes que han participado en el Sínodo de los Obispos. Los jóvenes de hoy estamos en búsqueda; búsqueda del significado de la vida, búsqueda de trabajo, búsqueda de nuestro camino o vocación, búsqueda de nuestra identidad.

Adultos ansiosos por saber

Los jóvenes “queremos el diálogo, la autenticidad, la participación y allí fuimos recibidos por adultos que estaban disponibles y ansiosos por saber qué llevamos en nuestros corazones”. La joven oyente del Sínodo lo ha calificado como una experiencia “de fraternidad entre personas muy diferentes”, algunas de ellas también pertenecientes a otras religiones o no creyentes, que vivieron siete días de comunión y de intercambio mutuo.

Mariano Germán García, argentino

Mariano, ha observado que los problemas que tienen en común los jóvenes son las drogas, el narcotráfico y la trata de personas.

Se está tratando al joven como una mercancía, lo que tenemos que batallar es la pobreza, que muchas veces se da por las situaciones injustas socio económicas que vivimos, que hacen caer a muchos jóvenes en el pensamiento del suicidio, adicción a las drogas, en el pensamiento también de auto castigarse, llegando a ese punto extremo que es malgastar la propia vida.

La pobreza es un flagelo

Es muy importante que las realidades eclesiales, parroquias, movimientos… también abracen esa situación y puedan no solamente atender a los jóvenes de manera asistencial, sino también  incorporando a esos chicos y chicas que están siendo atravesados por el puñal de la pobreza, para hacerles  protagonistas en los espacios eclesiales de modo que puedan expresar sus situaciones de dificultad.

“¡Ustedes no tienen precio!

La Iglesia en salida necesita un dinamismo misionero que sobre todo los jóvenes pueden aportar. La Iglesia, no sale hacia las nuevas generaciones, sino que sale con las nuevas generaciones, y el Sínodo es fruto de un trabajo en el que los jóvenes han sido y son protagonistas”.

Iglesia casa/hogar de los jóvenes

Que los jóvenes no sean el objeto, sino el sujeto del anuncio del Evangelio. Madre y hogar, empática y en escucha, voz de los que no tienen voz. La Iglesia está llamada a convertirse en esto, especialmente para aquellos que vienen de situaciones difíciles, piedras desechadas que, gracias a la proclamación de la Buena Nueva, pueden convertirse en "piedras angulares" en la construcción de un mundo mejor. El pensamiento se dirigió a los jóvenes ex niños soldados, a aquellos de familias disueltas o afectadas por las adicciones, al desempleo, la corrupción, la trata, pero también a los numerosos inmigrantes, como los que, después de la graduación, abandonan el país de origen en busca de una vida mejor y acaban perdiendo sus raíces, alejándose de la fe y no haciendo uso de los talentos recibidos.

Confianza en la Iglesia

Los jóvenes ayudan a los adultos a "situarse" en el presente y esperan de la Iglesia un signo profético de comunión en un mundo lacerado. Ellos son el corazón misionero de la Iglesia.  De ahí la propuesta de crear un Consejo Pontificio dedicado a ellos.

En efecto, a menudo, se anhela la dimensión del silencio y de la contemplación y, cuando no se encuentra en la Iglesia, se busca en otros lugares. Según el Sínodo, es necesario un acompañamiento espiritual que muestre los valores eternos que conducen a la verdadera felicidad.

El “abc” del Sínodo de los jóvenes

Dejamos las 16 conclusiones e ideas más importantes que en él se van desarrollando:

Escucha atenta, confiada y humilde, para evitar las recetas prefabricadas y recuperar el dinamismo de la fe.

Entidades educativas y parroquias: desempeñan una labor formativa insustituible en la transmisión de la fe, necesaria para afrontar la relación entre lo que creemos con las exigencias del mundo actual.

Fomentar una cultura del encuentro, especialmente con los migrantes.

Compromiso firme contra todo tipo de abusos: ya sean de poder, económicos, de conciencia o sexuales. La familia, Iglesia doméstica.

Promoción de la justicia contra la cultura del descarte. Arte, música y deporte, como recursos pastorales.

Santos jóvenes, profetas de cambio. Cada vida es una vocación en relación con Dios; descubrir la misión particular a la que cada cual es llamado.

Acompañamiento espiritual, esencial para el discernimiento y la vida cristiana. No a moralismos y falsas indulgencias, sí a la corrección fraterna.

Sinodalidad significa estilo misionero, estar abierto a todos. Valorar la riqueza y variedad de carismas que el Espíritu Santo suscita en su Iglesia. Desafío de evangelizar en el mundo digital.

Enseñar la belleza de la visión cristiana de la corporeidad y de la sexualidad. Integración y acogida a las personas homosexuales. Dar un mayor protagonismo al papel de la mujer en la Iglesia.

Benjamín Gómez, sx

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