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  • Juanjo AGUIRRE, obispo de Bangassou

El árbol de la palabra

15 Febrero 2024 650

“Dónde yo vivo hay un árbol que llaman “El Árbol de la Palabra”. Allí lo que se dice tiene peso. Se sientan bajo la sombra del árbol, unos frente a otros, para poder mirarse; hablan y escuchan, y la palabra no se la lleva el viento”.

“Hay que darse cuenta que “mi” palabra puede estar CONTAMINADA, por lo que estoy percibiendo, por lo que traigo de heridas y desconfianza, por la cantidad de prejuicios que me predisponen al juicio antes que a la escucha. De todo eso, los que tengo enfrente no tienen culpa y puede que también vengan con su palabra CONTAMINADA. Así no se puede escuchar.

“Así que tendré que DESCONTAMINARME alejando todo eso de mi interior, para llegar a mirar a los demás con mirada limpia, con empatía, para tener lucidez al expresarme y escuchar con libertad”.

“Bajo el Árbol de la Palabra hay un rato de DESCONTAMINACIÓN, se habla de cosas sencillas de la vida cotidiana; es un espacio de tiempo para preguntar cómo va la vida, la cosecha, las gallinas, la familia… y después se hace silencio, no más de unos segundos, que abre la puerta a la conversación: ‘Dime, te estoy escuchando’, dice el que preside la reunión, en la que todos tienen derecho a la palabra.

“Es necesario y muy bueno sacar las cosas, los conflictos y ponerlos a la vista para poder hallar soluciones sino todo se enfanga”.

“Cuando la palabra está CONTAMINADA, no es posible la escucha y provoca ira; viene la agresividad y el stress. Es el momento para darse un rato de inmersión en el silencio de Dios, haciendo lo que hacen las ranas”.

“Las ranas están siempre en la superficie del agua, saltando y chapoteando de un lado a otro, cazando. La superficie es ruidosa, muy activa, así que en determinado momento dan un salto y bajan al fondo a cargar las pilas. Tenemos que hacer como las ranas”.

 

Para reflexionar y orar.

Efesios 4, 29-32. “Malas palabras no salgan de vuestra boca…”

Mateo 11, 29. “Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón…”

“Ni una palabra asoma a mis labios sin que haya estado primero en mi corazón” (André Gidé)

“La concordia hace crecer las cosas pequeñas; la discordia destroza las grandes” (Salustio)

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