Skip to main content
  • Ivanildo Quaresma

ESPÍRITU: DIOS ACTUANDO EN LA VIDA

02 Junio 2022 5282

 Después de cincuenta días de incertidumbre para los discípulos, llegó Pentecostés. Llega el Espíritu Santo y las preocupaciones se desvanecen: ahora los apóstoles ya no tienen miedo ni siquiera ante quien los arresta; antes estaban preocupados por salvar sus vidas, ahora ya no tienen miedo de morir; antes permanecían encerrados en el Cenáculo, ahora salen a anunciar a todas las gentes. 

Hablar del «Espíritu Santo» es hablar de lo que podemos experimentar de Dios en nosotros. El «Espíritu» es Dios actuando en nuestra vida: la fuerza, la luz, el aliento, la paz, el consuelo, el fuego que podemos experimentar en nosotros y cuyo origen último está en Dios, fuente de toda vida. El signo más claro de la acción del Espíritu es la vida. Dios está allí donde la vida se despierta y crece, donde se comunica y expande. El Espíritu Santo siempre es «dador de vida»: dilata el corazón, resucita lo que está muerto en nosotros, despierta lo dormido, pone en movimiento lo que había quedado bloqueado. De Dios siempre estamos recibiendo «nueva energía para la vida» (Jürgen Moltmann). Esta acción recreadora de Dios penetra en todos los estratos de la persona. Despierta nuestros sentidos, vivifica el cuerpo y reaviva nuestra capacidad de amar. Por decirlo brevemente, el Espíritu conduce a la persona a vivirlo todo de forma diferente: desde una verdad más honda, desde una confianza más grande, desde un amor más desinteresado. Para bastantes, la experiencia fundamental es el amor de Dios, y lo dicen con una frase sencilla: «Dios me ama». Esa experiencia les devuelve su dignidad indestructible, les da fuerza para levantarse de la humillación o el desaliento, les ayuda a encontrarse con lo mejor de sí mismos. Otros no pronuncian la palabra «Dios», pero experimentan una «confianza fundamental» que les hace amar la vida a pesar de todo, enfrentarse a los problemas con ánimo, buscar siempre lo bueno para todos. Nadie vive privado del Espíritu de Dios. Acogemos al «Espíritu Santo» cuando acogemos la vida. Este es uno de los mensajes más básicos de la fiesta cristiana de Pentecostés.

Pentecostés le recuerda tres cosas a la Iglesia que quiere vivir la sinodalidad: primero, la necesidad de aprender a escuchar y a escucharse; segundo, la necesidad de vivir y agradecer el don de la diversidad que hace fecunda y significativa la unidad, tercero, no tener miedo de abrir las puertas del corazón y de la inteligencia eclesial para salir al encuentro de la humanidad en clave de fraternidad e interlocución.

COMENTARIOS:

 

¿Te ha gustado este artículo?

compártelo