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  • Ivanildo Quaresma

LA SOLUCION PASA POR COMPARTIR

16 Junio 2022 5783

En la oración del Padrenuestro se pide no el pan mío, sino el pan nuestro. El pan no sólo quita el hambre, sino que, además, alimenta humanamente y produce dicha cuando se comparte. El pan sólo alimenta y crea vida humana cuando es un pan solidario. La razón es que ese pan es fruto de la tierra creada por el Padre de todos y del trabajo del hombre, hermano de todos. La comida es un acto comunitario que congrega, expresa y aumenta el amor de la familia y la fraternidad. Los grandes acontecimientos humanos y divinos se celebran en torno a una mesa, a una comida. Compartir la vida de Jesús Celebrar la Eucaristía es compartir el mismo estilo de vida que llevó Jesús, su causa y su misión, que consiste en hacer de la creación un hogar y colocar la mesa compartida en medio del mundo, en el corazón de la historia, en las realidades económicas, sociales, políticas, culturales, en el trabajo, a fin de que estas mismas realidades, sin dejar de ser ellas mismas, se conviertan en símbolos de justicia y del amor entrañable de Dios a favor de sus hijos. El maestro Eckart decía. «Quien no da al otro lo que es del otro, no come su propio pan, sino el suyo y el del otro». San Ambrosio se sitúa en la misma línea: «No es parte de tus bienes lo que tú das al otro; lo que le das al pobre le pertenece, porque lo que ha sido creado, para uso de todos tú te lo apropias». El centro del relato es Jesús, pero también ocupan un lugar muy importante los discípulos. Ahora son enviados por Jesús a colaborar con Él en la tarea de partir el pan, alimentar al pueblo hambriento. Ahora bien, el pasaje de la distribución del pan no se puede reducir a un mero recuerdo del pasado sin relación al presente. La gente continúa teniendo hambre, y Jesús sigue presentándose como el Pan que sacia. 

En nuestra ciudad, hambrienta de amor y atención, que sufre la degradación y el abandono, frente a tantas personas ancianas y solas, familias en dificultad, jóvenes que luchan con dificultad para ganarse el pan y alimentar sus sueños, el Señor te dice: “Tú mismo, dales de comer”. Y tú puedes responder: “Tengo poco, no soy capaz para estas cosas”. No es verdad, lo poco que tienes es mucho a los ojos de Jesús si no lo guardas para ti mismo, si lo arriesgas. También tú, arriesga. Y no estás solo: tienes la Eucaristía, el Pan del camino, el Pan de Jesús. También esta tarde nos nutriremos de su Cuerpo entregado. Si lo recibimos con el corazón, este Pan desatará en nosotros la fuerza del amor: nos sentiremos bendecidos y amados, y querremos bendecir y amar, comenzando desde aquí, desde nuestra ciudad, desde las calles que recorreremos esta tarde. El Señor viene a nuestras calles para decir-bien, decir bien de nosotros y para darnos ánimo, darnos ánimo a nosotros. También nos pide que seamos don y bendición.

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