La predicación del Bautista nos anima a la conversión. «Convertíos porque está cerca el Reino de los cielos». No es cuestión de un cambio voluntarioso de conducta. Cambiaremos si trabajamos nuestro interior y conectamos con lo que nos llena de Vida. El Bautista habla de manera muy clara: «Yo os bautizo con agua», pero esto solo no basta. Hay que acoger a Alguien «más fuerte», lleno del Espíritu de Dios: «Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego». Son bastantes los «cristianos» que se han quedado en la religión del Bautista. Han sido bautizados con «agua», pero no conocen el bautismo del «Espíritu». Tal vez lo primero que necesitamos todos es dejarnos transformar por el Espíritu que cambió totalmente a Jesús. ¿Cómo vive Jesús, lleno del Espíritu de Dios, al salir del Jordán? Jesús se aleja del Bautista y comienza a vivir desde un horizonte nuevo. No hay que vivir preparándonos para el juicio inminente de Dios. Es el momento de acoger a un Dios Padre que busca hacer de la humanidad una familia más justa y fraterna. Quien no vive desde esta perspectiva no conoce todavía que es ser cristiano. Movido por esta convicción, Jesús deja el desierto y marcha a Galilea a vivir de cerca los problemas y sufrimientos de las gentes. Es ahí, en medio de la vida, donde se le tiene que sentir a Dios como «alguien bueno»: un Padre que atrae a todos a buscar juntos una vida más humana. Jesús abandona también el lenguaje amenazador del Bautista y comienza a contar parábolas que jamás se, le habían ocurrido a Juan. El mundo ha de saber lo bueno que es este Dios que busca y acoge a sus hijos perdidos, porque solo quiere salvar, no condenar. Quien no habla este lenguaje de Jesús no está anunciando su buena noticia. Jesús deja la vida austera del desierto y se dedica a hacer «gestos de bondad» que el Bautista nunca había hecho. Cura enfermos, defiende a los pobres, toca a los leprosos, acoge a su mesa a pecadores y prostitutas, abraza a niños y niñas de la calle. La gente tiene que sentir la bondad de Dios en su propia carne. Quien habla de un Dios bueno y no hace los gestos de bondad que hacia Jesús desacredita su mensaje.
José Luis Sicre: Paraíso, conversión, acogida. El Adviento nos anima a mantener la esperanza y hacer lo posible por remediar la situación de injusticia. Nos exhorta a la conversión como vuelta a Dios y cambio de vida.
Enrique Martínez Lozano: Cuando la religión amenaza. Se inocula el miedo y la culpa, con tal eficacia que llegan a formar parte del imaginario de la propia población que ve la amenaza como algo necesario.
José Antonio Pagola: Sin caminos hacia Dios. Son muchas las personas que no son ni creyentes ni increyentes. Sencillamente se han instalado en una forma de vida en la que no puede aparecer la pregunta por el sentido último de la existencia.
Paula Depalma: El presente del Reino. El anuncio de Juan se centra entonces en el reino, que pertenece al presente. Un reino que incluye a cada uno y al cosmos entero. Un reino decisivo y radical, sin medias tintas y exigente.