Seguimos en Adviento, que es la alegre espera del nacimiento de Jesús. Cuanto más cerca de nosotros está el Señor, mayor es la alegría. Pero con la Palabra que nos trae hoy su presencia, viene también la inquietud de buscarlo, esperarlo, y hacerlo presente. Este es nuestro reto en Adviento. Juan el Bautista en prisión vive anhelando la llegada del juicio terrible de Dios. Por eso, las noticias que le llegan hasta su prisión acerca de Jesús lo dejan desconcertado: ¿cuándo va a pasar a la acción?, ¿cuándo va a mostrar su fuerza justiciera? Antes de ser ejecutado, Juan logra enviar hasta Jesús para preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». Él no responde directamente. No se atribuye ningún título mesiánico. El camino para reconocer su verdadera identidad es más vivo y concreto. Decidle a Juan «lo que estáis viendo y oyendo». Para conocer cómo quiere Dios que sea su Enviado, hemos de observar bien cómo actúa Jesús y estar muy atentos a su mensaje. Primero, le han de comunicar a Juan lo que ven: Jesús vive volcado hacia los que sufren, dedicado a liberarlos de lo que les impide vivir de manera sana, digna y dichosa. Luego, le han de decir lo que oyen a Jesús: un mensaje de esperanza dirigido precisamente a aquellos campesinos empobrecidos, víctimas de toda clase de abusos e injusticias. Este Mesías anuncia la Buena Noticia de Dios a los pobres. Si alguien nos pregunta si somos seguidores del Mesías Jesús o han de esperar a otros, ¿qué obras les podemos mostrar? ¿qué mensaje nos pueden escuchar? No tenemos que pensar mucho para saber cuáles son los dos rasgos que no han de faltar en una comunidad de Jesús. Primero, ir caminando hacia una comunidad curadora: un poco más cercana a los que sufren, más presente en las desgracias de la gente. Segundo, no construir la comunidad de espaldas a los pobres: al contrario, conocer más de cerca sus problemas, atender sus necesidades, defender sus derechos, no dejarlos desamparados. Son ellos los primeros que han de escuchar y sentir la Buena Noticia de Dios. Una comunidad de Jesús no es sólo un lugar de iniciación a la fe ni un espacio de celebración. Ha de ser, de muchas maneras, fuente de vida más sana, lugar de acogida y casa para quien necesita hogar.
COMENTARIOS:
- Miguel Ángel Munárriz: Dios es parcial. El Dios de Jesús es descaradamente parcial en favor de los necesitados.
- José Luis Sicre: ¿Esperamos un Mesías salvador o un Mesías justiciero? Las palabras y las obras de Jesús desconcertaron a Juan Bautista, escandalizaron a los escribas y fariseos, no fueron entendidas por los discípulos. El Adviento es un buen momento para crecer en la fe y no escandalizarnos de él.
- Enrique Martínez Lozano: La primacía del principio ético. Todas las religiones han conocido el peligro de la absolutización. Con facilidad olvidan que son solo un camino y caen en la tentación de considerarse la meta, identificando su mensaje con “la verdad”.
- José Antonio Pagola: Amor a la vida. Si algo caracteriza la personalidad de Jesús es su amor apasionado a la vida, su biofilia.
- Guadalupe Labrador: ¿Nos arriesgamos a decir sí, bajo la sombra del espíritu? ¿Cuál es el mensaje o el propósito de escribir este texto? Explicar de algún modo los orígenes de Jesús. Este Jesús que ha vivido entre ellos, al que han visto morir a manos de los romanos y del que tienen la “experiencia” de que está vivo y camina a su lado.
- Pepa Torres Pérez: Preguntas inquietantes del Adviento. Esa es la Buena nueva del Evangelio. Los signos del Reino no remiten a actitudes abstractas o meramente intencionales, sino a la liberación del sufrimiento y la humanización de la vida.