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  • Pilar Baratech Calpena

El efecto en mi vida de conocer al otro...

24 Agosto 2022 8576

Si bien se hace difícil resumir todo lo vivido durante las dos semanas de Tetuán, por extenso y profundo, me sale el intentar buscar una vivencia o aprendizaje común que aúne muchos pequeños aspectos. Cuando pienso en reducir todo a una idea, resuena en mi mente el efecto que tiene en mi vida el conocer al otro. Conocer al otro me permite entender un poco más su realidad, me permite mirar con ojos que acogen. Conocer al otro y su realidad concreta, y distinta a la mía, me permite abrir mi mente y mi corazón a lo diferente.

Durante estas dos semanas hemos conocido a mucha gente, proveniente de lugares y realidades distintas: desde los miembros de nuestro propio grupo hasta nuestros hermanos inmigrantes, pasando por todos los que nos han acogido a nuestro paso por Tetuán. Cada encuentro ha sido un regalo que me llevo.

Conocer a los chicos que venían cada mañana al centro ha sido una experiencia dura e impactante, pero preciosa y profunda. Aunque yo hace cinco años ya realicé este Campo de Trabajo en Ceuta y quizás pudiera parecer que ya no me iba a impactar tanto, la realidad siempre suele superar las expectativas. Con cada persona que hemos conocido estos días iba reabriéndose en mi corazón esa pequeña herida que surgió en Ceuta, al descubrir por vez primera la dura realidad inmigrante que sufrían y sufren tantas personas, que sueñan con una vida mejor. Pueden hablarte del tema de la inmigración, puedes ir a charlas, ver vídeos o leer libros, pero nada es comparable con tener la oportunidad de conocer, aunque sea a una sola persona que esté atravesando esta situación. En ese momento no puedes pensar en teorías de cómo resolver el problema de la migración en el mundo. En ese momento solo ves a la persona que tienes delante de ti. Una persona con nombre y apellidos y sueños y deseos muy parecidos a los tuyos… Acercarse a esta realidad duele, por su sufrimiento enorme y por lo clara que ves la injusticia del mundo. Conocer a Blaise, Stéphan, Ousman, Abu-Bakar, Emi… te abre los ojos, por un lado, y te rompe muchos esquemas, por otro. Conocer su historia te hace aún preguntarte más intensamente: ¿por qué ellos no? ¿Por qué yo sí? ¿Cómo es posible que, a pesar de todo, sigan teniendo fuerzas para luchar? ¿Cómo es posible que me acojan con tanto cariño? Conocer esta realidad no deja indiferente. Ojalá que esta pequeña llama se mantenga en el tiempo.

Otro regalo de este Campo de Trabajo ha sido poder acercarnos al mundo musulmán. Conocer a esta comunidad de sufís, que nos ha acogido con los brazos abiertos y con la que siento que tenemos tanto en común, me ha permitido eliminar muchas barreras y etiquetas. Me ha llevado a mirar con renovados ojos al hermano musulmán. Muchas veces los prejuicios nos bloquean y se empeñan en sacar a relucir lo que nos separa, obviando lo que nos une. Así pues, conocer a personas como Sufián y su comunidad me ha hecho entender que no hay una única manera de ser musulmán; me ha hecho ver que, quizás, hay muchas cosas que debamos aprender de ellos. Lo que me ha dejado desde luego claro es que todos rezamos a un mismo Dios. Con distinto nombre quizás, pero un mismo Dios.

Conocer a cada uno de los miembros del grupo también ha sido parte importante de esta experiencia. Viniendo de lugares y situaciones vitales muy diversas, siento que cada una de las personas con las que he compartido esta experiencia me ha aportado. Ha sido una invitación al servicio, a la entrega al otro, a la reflexión, a profundizar mi fe… Gracias a todos y cada uno: Rolando, Manoli, Robertus, Joylin, Borja, Miriam, Luz, Sofía, Almu y Jaime.

En estos días también hemos conocido a otras muchas personas con las que quizás hemos compartido menos momentos, pero también de estos encuentros me llevo mucho. Los hermanos javerianos François y Juan Antonio, los franciscanos que nos han acogido con brazos abiertos, las personas de la parroquia, los encargados del centro… Tantas personas que dan su vida por ayudar a los demás. Conocerlos ha sido un aprendizaje y un regalo, además de una invitación a “hacer nosotros lo mismo”, a salir de nuestra comodidad al volver a nuestras realidades y rutinas y sacar tiempo para los demás, para estar a disposición del que lo necesite. Para, quizás, con esta experiencia, acercarnos a la realidad inmigrante en nuestra ciudad de origen o fomentar puentes con la comunidad musulmana que tengamos más próxima. Quién sabe.

Por último, y quizás lo más importante, gracias Señor. Has sido y eres el eje de nuestro grupo y de tanto bien que hemos vivido durante el Campo. En estos días, también de removerse espiritualmente y querer profundizar más en la fe, siento que Dios, en lo concreto de esta experiencia, me ha dado más de lo que en mis mejores sueños hubiera imaginado. Quizás de diferente manera, pero mucho más grande. E incluso en algunas cosas que a nivel personal me han costado siento que serán y son para un bien mayor.

Gracias por ser nuestra cuerda auxiliar, que nos atrevamos con Tu plan.

Pilar Baratech Calpena

Madrid

Puerta mudejar de una Iglesia

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