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  • Marta Barral

Evangelio y apuesta por la vida

05 May 2016 1973

Marta Barral Nieto pertenece a la comunidad de los laicos javerianos, acaba de volver del Chad donde ha pasado los 4 últimos años trabajando en un proyecto de carácter socio-sanitario dentro del CEDIAM al servicio de la iglesia diocesana de Pala.

- Marta, ¿puedes hablarnos de tu trabajo en que ha consistido, como lo has vivido…?

En Pala yo coordinaba el programa diocesano de lucha contra el VIH/sida. Mi trabajo principal consistía en la gestión y coordinación de actividades del CEDIAM (Centro Diocesano de Información y Atención a Enfermos de Sida) de Pala, así como las actividades relativas a la lucha contra el VIH/sida que realizaban los ocho centros de salud de la diócesis. Además el programa contaba con otros dos CEDIAMs, uno en Bongor y otro en Gagal. Todos trabajábamos unidos siguiendo las directrices del Comité Diocesano de Lucha contra el Sida.

El trabajo ha sido muy interesante y exigente, en el Cediam se aborda la situación de las personas enfermas de sida desde una perspectiva integral, además de realizar los test de despistaje, la atención sanitaria a las y los enfermos. También tenemos ayudas para las personas más desfavorecidas, un programa de actividades generadoras de ingresos (microcréditos y grupos de ahorro comunitario), un proyecto de ayuda escolar a la infancia vulnerable y un programa de formación y sensibilización para evitar nuevas infecciones y ayudar a las personas a vivir una sexualidad plena y responsable.

En mis años de estudiante hice voluntariado con enfermas de sida en Madrid, aunque conocía la realidad de la enfermedad, las connotaciones sociales que puede tener para una persona dependiendo de la cultura y la sociedad son muy diferentes. Por no hablar de la consideración que las instituciones públicas dan a estos enfermos y enfermas.

La lucha contra el sida en la diócesis de Pala comenzó hace 20 años, últimamente hemos reforzado los servicios en las zonas rurales más alejadas. Es importante que las personas conozcan su serología, que puedan recibir atención sanitaria y medicamentos antirretrovirales si los necesitan, pero la información y educación de la población es fundamental para evitar la propagación de la enfermedad. Hemos intentado que todas las parroquias tengan un animador EVA (Educación para la Vida y el Amor), pero el cambio de mentalidad y de comportamiento requiere paciencia y constancia. Hay mucho camino por recorrer.

- ¿Cómo está organizada la dimensión social de la pastoral en la diócesis…?

BELACD-Caritas es el organismo de la diócesis que se encarga de las actividades propiamente dichas de desarrollo y promoción humana desde el espíritu del Evangelio. Los proyectos que actualmente se están implementando se engloban en tres sectores: la educación, la salud y el desarrollo rural.

La presencia de la diócesis y los valores cristianos en los medios de comunicación sociales está garantizada con Radio Terre Nouvelle, la radio diocesana. Además, en todas las parroquias existen comisiones de justicia y paz, y se intenta implementar las cáritas parroquiales. También hay grupos de visitadoras y visitadores de personas enfermas. Y capellanes de prisiones.

La iglesia diocesana realiza un gran esfuerzo, a través de los diferentes agentes pastorales, para que el Evangelio, expresado en hechos concretos, sea Buena Noticia de liberación para todas las personas y todos los pueblos.

Está claro que Jesús no vino a resolver las dificultades de los seres humanos sino a enseñarnos que una vida más plenamente humana siempre es posible. Insertarnos en la realidad al lado de quienes sufren, las y los descartados, como los llama el papa Francisco, no es opcional para ningún cristiano y cristiana.

- ¿Cómo te ha enriquecido, como persona y como creyente, la convivencia y el trabajo con los chadianos y el vivir tu fe en medio de una Iglesia joven?

Las condiciones de vida en el Chad son difíciles y el día a día está marcado por la supervivencia y la muerte. Creo que se puede decir que las y los chadianos tienen una actitud permanente de resistencia. Durante este tiempo me he sentido parte de este ejército de resistentes, me siento privilegiada por haber compartido con estos pueblos su apuesta y su lucha por la Vida. Me han enseñado a mirar la realidad en profundidad y descubrir lo que hay más allá de la superficie, una riqueza que si no nos pasaría desapercibida, igual que ocurre con su naturaleza.

He aprendido a tener paciencia (pese a que nunca es suficiente); a aceptar que hay cosas que nos superan y escapan a nuestras posibilidades, sin dejarnos vencer por el desánimo, viviendo desde la esperanza.

Ser cristiana significa pertenecer a una nueva familia, la de los hijos e hijas de Dios que da origen a una fraternidad universal que tenemos que vivir cada día desde lo concreto, con la persona que tenemos a nuestro lado, superando las diferencias étnicas, culturales y religiosas.

Dar testimonio de fe en un ambiente cultural distinto exige un discernimiento profundo de mis creencias para dejar a un lado todo lo que tienen de occidental y poder abrirme a la universalidad del mensaje de Jesús y compartir el proceso de enraizamiento en otra cultura.

Compartir vida con cristianos y cristianas jóvenes (no sólo en edad sino sobre todo en espíritu) a los que profesar la fe les supone enfrentamientos directos con sus familias, con sus tradiciones, es una riqueza. Su gozo es contagioso, quizá su paso nos parezca, a veces, vacilante, pero van afirmando su confianza en Dios y su identificación con el crucificado con testimonios diarios. Todo un ejemplo.

- El carisma javeriano se ha ido ensanchando y enriqueciendo; antes éramos sólo religiosos, casi todos sacerdotes, desde hace unos 20 años, el carisma es vivido también por comunidades de laicos… ¿cómo vives tú este carisma nuestro de primer anuncio?, ¿cómo te has sentido viviendo en el Chad con javerianos religiosos de distintas nacionalidades?

Me siento llamada a vivir y compartir mi fe en aquellos lugares donde todavía no ha entrado el mensaje de liberación de Jesús. Como laica lo hago a través de mi presencia y mi trabajo, intentando que sea testimonio del Evangelio y semilla del Reino.
Compartir vida, fe, misión y carisma con los javerianos religiosos en el Chad ha sido un gran regalo para mí. Toda la región, pero especialmente la comunidad de Djodo-Gassa, me abrieron su casa y sus corazones. Contar con su experiencia y apoyo me ha ayudado a comprender la sociedad chadiana e insertarme en la realidad.

Las comunidades misioneras internacionales son un reto y una gran riqueza. En Djodo-Gassa hemos estado misioneros de muchas nacionalidades: bangladesí, mejicanos, indonesio, brasileño, congoleño y españoles. Aunque para algunos mi presencia fue el primer contacto directo con el laicado javeriano, me he sentido aceptada como una más en la comunidad, con espacio para expresarme libremente desde mi especificidad: mujer, laica, española... Pero igualmente llamada a poner lo que soy al servicio del Reino.

El superior general de los misioneros javerianos, Luigi Menegazzo, en su 5ª carta circular dirigida a los religiosos y al laicado javeriano nos recuerda que somos una gran familia unida por el mismo carisma y nos invita a trabajar unidos ayudándonos a ampliar el corazón, sugiriéndonos unos a otros caminos y actitudes para abrir el ánimo y la mente a la misericordia. Allí hemos hecho vida estas palabras. Yo me he sentido parte de la misma familia; los misioneros que han integrado la comunidad en estos cuatro años: Salva, Rocky, Gabriel, Antonio, Alikeke, Agung, Rafael y Robert me han mostrado diferentes formas de vivir la fe y la misión, juntos hemos crecido como cristianos y en nuestra entrega.

Marta Barral

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