Estamos en el quinto Domingo de Pascua (C). El evangelio nos invita a vivir el mandamiento del amor de Jesús. Nos dice que la gente conocerá a los discípulos de Jesús por cómo se aman entre ellos. En otras palabras, el amor es el documento de identidad del cristiano, es el único «documento» válido para ser reconocidos como discípulos de Jesús. Si este documento caduco y no se renueva continuamente, dejamos de ser testigos del Maestro. Los discípulos debemos amarnos como Jesús amó, porque fuimos amados primero. El amor mutuo debe ser manifestativo del amor que Dios tiene a los hombres.
No existe amor verdadero si no es libre. Esa libertad que el Señor nos da cuando nos ama… pero existe la tentación de contaminar el amor con la pretensión instintiva de tomar, de «poseer» y esto es egoísmo. Si escucháis la voz del Señor, os revelará el secreto de la ternura: interesarse por otra persona, quiere decir respetarla, protegerla, esperarla, amarla. Y esta es la manifestación de la ternura y del amor.
Ante todo, amar es el camino para ser felices. Pero no es fácil, es desafiante, supone esfuerzo… amar quiere decir dar, no sólo algo material, sino algo de uno mismo: el tiempo personal, la propia amistad, las capacidades personales. El amor se alimenta de confianza, de respeto y de perdón. El amor no surge porque hablemos de él, sino cuando se vive… es una opción de vida que se ha de poner en práctica. (Fuente: Papa Francisco).
José Antonio Pagola: Un estilo de amar. Los cristianos iniciaron su expansión en una sociedad en la que había distintos términos para expresar lo que nosotros llamamos hoy amor.
Mª Paz López Santos: Hijitos. Me gusta esta traducción del texto, un toque tierno que sabe a minoría de edad, a curvatura protectora, a caricia de lo pequeño.