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  • Robertus Kardi

“CALCULAR Y DELIBERAR”

02 Septiembre 2022 710

En el texto del evangelio de este domingo Jesús nos plantea que todo el que quiera ser discípulo suyo debe hacer una doble renuncia: a la propia vida vivida para uno mismo y a sus bienes. Seguir a Jesús significa compartir su amor misericordioso, entrar en su gran obra de misericordia por cada hombre y por todos los hombres. La obra de Jesús es precisamente una obra de misericordia, de perdón, de amor. ¡Es tan misericordioso Jesús! Jesús no quiere realizar esta obra solo: quiere implicarnos también a nosotros en la misión que el Padre le ha confiado. Después de la resurrección dirá a sus discípulos: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo…

El discípulo de Jesús renuncia a todos los bienes porque ha encontrado en Él el Bien más grande, en el que cualquier bien recibe su pleno valor y significado: los vínculos familiares, las demás relaciones, el trabajo, los bienes culturales y económicos, y así sucesivamente. El cristiano se desprende de todo y reencuentra todo en la lógica del Evangelio, la lógica del amor y del servicio. 

«¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey,…envía legados para pedir condiciones de paz». Existe una batalla profunda que todos debemos combatir. Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y elegir el bien, dispuestos a pagar en persona: he aquí el seguimiento de Cristo, he aquí el cargar la propia cruz. Esta batalla profunda contra el mal. 

¿De qué sirve declarar la guerra, tantas guerras, si tú no eres capaz de declarar esta guerra profunda contra el mal? No sirve para nada. Esta guerra contra el mal comporta decir no a la violencia en todas sus formas; decir no a la injusticia, a la indiferencia... Estos son los enemigos que hay que combatir, unidos y con coherencia, no siguiendo otros intereses si no son los de la paz y del bien común. (Fuente: Papa Francisco)

Ecos de la sabana

 

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