Hermandad en Dios

Mi sentir hacia la experiencia que vivimos con nuestros hermanos Javerianos es de inmensa gratitud, hacia ellos y hacia Dios. Me siento privilegiada, no todos los que creen en Dios, en Allah, la pueden saborear. Se nos presentó como un regalo divino de manos de Rolando, François y Soufian Al Kadaoui, un día, en el que celebramos el 16 de mayo, Día Internacional de Vivir Juntos en Paz, en un entorno verde de mucha vida e interculturalidad como si ya anunciara el nacimiento de la vida en todo su esplendor y riqueza.

Entonamos enseguida, con el espíritu, sin muchas palabras, las justas para manifestar nuestro deseo, que, creo, se estaba gestando hacía años o milenios, de ir hacia « el otro » de mezclarse, de contagiarse, de abrirse sin miedos, prejuicios ni falso orgullo, dejando nuestro « Ego espiritual » de lado, en un intento de ir más allá en una búsqueda sincera, intensa y primordial del Creador de los cielos y de la tierra, del Infinito y de lo que no podemos llegar a imaginar. Los profetas pudieron acercarse a esa Luz, y transmitirnos lo que vivieron y vieron de la divinidad, nosotros, los creyentes, les seguimos, cada uno como sabe y como puede, en humildad, movidos todos por esa nostalgia hacia nuestro origen que intuimos, que sabemos, que está inscrito en nuestras almas. Los caminos hacia Allah, dijo un sufí, son del número de los seres humanos sobre la tierra. Nuestro deseo es único, es el Uno, a partir de ahí, las formas de conseguirlo convergen, aunque al principio parecen distintas.

 Llega un punto en el que un Silencio dulce y amoroso nos envuelve a todos cuando estamos rezando juntos. Sí, lo más intenso y trascendental que hacemos juntos es rezar. Y sentimos en lo más profundo de nuestro ser que lo hacemos en la misma dirección, cambian las apelaciones, el sentido es el mismo,

Los puntos culminantes de nuestros encuentros se dan en fechas especiales para unos y para otros, esas fechas significan mucho más que antes, la Navidad ahora, después de vivirla con los hermanos Javerianos, la siento mía también, vivo Jesús y María, Paz sobre ellos, de muy cerca, pero también la Noche del Valor en Ramadán, abarca un espacio más inmenso, más universal, más allá…

Al juntarse varias formas de adorar, de manifestar nuestro amor y necesidad a Dios, profundizamos en ellas, y las transcendemos hacia su esencia, nos acercamos más hacia esa Luz que vislumbraron los Profetas, Paz sobre ellos, y después de ellos los Awliyae, los íntimos de Dios esa Luz que irradia dentro de cada uno de nosotros,  se esconde detrás de distintos velos, que intentamos levantar, y una de las formas más directas de conseguirlo es Amar, amar y amar sin límites ni distinciones, amar a los seres humanos, no de lejos, si no, de muy cerca, juntándonos con ellos, mezclándonos creando lazos fuertes de paz y de fraternidad y el fruto repartirlo hacia toda la creación. Al hamdolillah Gracias a Dios.

 Houda Laghrich

Tetuán, Marruecos