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31.- MISIÓN, VÍCTIMAS Y CRUZ (1)

22 Noviembre 2018
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«Dios de la venganza… resplandece. Levántate, juzga la tierra, paga su merecido a los soberbios. ¿Hasta cuándo, Señor, los culpables, hasta cuándo triunfarán los culpables?… trituran, Señor, a tu pueblo, oprimen a tu heredad… y comentan: “Dios no lo ve…”» (S 93). Fragmentos de un salmo, de un grito contra la injusticia. Sabemos que la “venganza” de Dios es su justicia salvadora y que, siendo un grito-oración del Antiguo Testamento, no es una palabra definitiva, ni última; la última es Jesús, justo injustamente ajusticiado y que muere perdonando. Un modo “divino” de vengarse.

En el artículo anterior he escrito sobre las exigencias de la misión en relación con la eucaristía -jueves santo-. En este artículo y los siguientes reflexionaremos sobre la misión y la cruz -viernes santo-, dura realidad en la que viven inmersos muchos pueblos. Ya hemos escrito sobre las relaciones entre la misión y la justicia, queremos abordar ahora la relación misión y cruz, misión y víctimas, misión y dolor, asunto delicado. En el credo confesamos que Jesús bajó a los infiernos ¿a qué infiernos? No pretendemos explicar lo inexplicable, el problema del mal y del sin-sentido, sólo acoger con dolor creyente el escándalo del empobrecimiento de los países del Sur; acercarnos a la cruz, expresión suprema de realidades fuertes: de la tremenda injusticia humana, de la asombrosa encarnación de Dios, de su descenso a los infiernos del sin-sentido, de los pueblos crucificados, del dolor de todas las víctimas, de un amor entregado hasta las últimas consecuencias, de la vulnerabilidad e impotencia de Dios, impotencia que salva.

Víctimas

Dios ni ha creado ni quiere el sufrimiento. Y nunca podrá querer ni legitimar el sufrimiento provocado por tanta injusticia. Ese Dios que “sufre” distingue entre opresores y oprimidos tomando partido por estos últimos, el testimonio de la Biblia es unánime y no deja lugar a dudas. Conviene no confundir entre verdugos y víctimas, Dios se identifica sólo con las víctimas, con los oprimidos; aunque los verdugos sean también hijos suyos. Desde las víctimas quiere salvar también a los verdugos. Jesús muere en la cruz para salvar también a quienes le crucifican, su muerte es en beneficio de todos pero poniendo a cada uno en su lugar. Nuestra historia es común, aunque no es la misma para todos, existe la historia de las víctimas, historia contemplada desde el sufrimiento encajado por ellas, y está la historia de los opresores. Sabemos quien escribe la historia, al menos la historia oficial. Los vencedores. Y adivinamos quien hace los relatos de lo que sucede hoy en nuestros días, quienes tienen y controlan poderosos medios de comunicación para difundir su “versión” de nuestro vivir cotidiano, su versión, sus intereses… y sus mentiras. La injusticia y su duro cortejo: empobrecimiento, sufrimiento, opresión, malnutrición, hambre… inunda sobre todo los países del Sur condenando a millones de personas a malvivir, a veces a morir.

La misión que es anuncio de buena nueva, de vida abundante y plena, de liberación no puede permanecer indiferente y ajena –nunca lo ha hecho- a realidades tan duras que desafían con dureza al evangelio que anunciamos y en el que creemos. El empobrecimiento afecta a personas y a pueblos enteros. Los pobres son personas de carne y hueso con quienes intentamos ser solidarios, pero la pobreza es también una realidad estructural y política, hay mecanismos “perversos” que generan empobrecimiento y sufrimiento y detrás de los mecanismos hay personas y grupos poderosos que deciden en función de sus intereses. Baste pensar en una situación que estamos viviendo estos meses: esa perversa y cruel especulación que tras la crisis de las hipotecas basuras y buscando ganancias para sus dineros se “refugia” en los mercados de materias primas haciendo aumentar el precio del petróleo y de los alimentos. Mercaderes de la muerte que se enriquecen extendiendo la pobreza. ¿Cabe mayor maldad que especular con la comida de los pobres? A nosotros nos cuesta más llenar el depósito del coche o la leche en el supermercado, a otros les cuesta sobrevivir. Un problema para nosotros, una tragedia para ellos.

Empobrecidos

Hace tiempo que nuestra forma de mirar la realidad ha dejado de ser ingenua: los pobres no caen llovidos del cielo, la pobreza de los empobrecidos está provocada por causas y decisiones humanas, y la misión –como la cruz de Jesús- pretende desvelar y denunciar esas causas ocultas. Hay muchas personas y asociaciones que lo denuncian, no es patrimonio nuestro, de los cristianos. No hay pobres sino empobrecidos, personas y pueblos colectivamente despojados de sus riquezas. Son los ricos, con sus intereses, sus multinacionales, sus leyes -su OMC y su FMI-, su insolidaridad, quienes crean a los empobrecidos. La existencia de pobres y ricos no es un fenómeno natural, y jamás podemos pensar que responde a no sé que extraña voluntad de Dios, sería una blasfemia afirmarlo o justificarlo. Es un fenómeno histórico, producido por voluntades humanas, por los intereses de unos pocos, disfrazados de intereses generales, unos pocos que se han ido apropiando de las riquezas de todos.

Poder y mentiras

Algunos son insaciables, capaces de provocar guerras para quedarse con el control de los recursos, con el poder real. ¡Cuántas mentiras “conscientes” han rodeado la guerra de Irak! Después de tanta guerra y tanta muerte, después de una “paz” llena de bombas, hambre y más muerte, Irak va abrir sus enormes reservas petroleras a la codicia de las multinacionales. ¡Cuánta muerte y cuánta cruz! ¡Cuánto grito y cuánta blasfemia! ¿Por qué… y hasta cuándo, Dios? ¿No era eso lo que querían? Primero invaden un país, después siembran caos y destrucción y al final se quedan con su petróleo. Y otras guerras más crueles, consciente y voluntariamente silenciadas, la guerra del “coltán”… 4 millones de muertos. El Congo. Insaciables y “anónimos”, ocultos detrás de multinacionales sin alma.  

Y hay quien no duda en utilizar la religión como tapadera legitimadora para ocultar sus intereses y su inhumanidad. Mientras Bush y su camarilla invadían Irak comenzaban algunas reuniones –nos cuentan- con un momento de oración ¿para tener hilo directo con Dios? o ¿para ocultar la verdad de sus intenciones e intentar engañar a media humanidad? ¿Blasfemias disfrazadas de oración? Si la religión fue acusada en tiempos pasados de hacer el juego a los poderosos, de haber sido utilizada para legitimar injusticias, o para calmar y acallar el deseo legítimo, evangélico de justicia con promesas de un futuro feliz en el cielo para todos los desheredados, es algo que no podemos seguir permitiendo.

María, Juan y algunas mujeres, lo más valiente de la Iglesia naciente, estuvieron junto a la cruz; estamos invitados –como Iglesia- a estar solidariamente junto a los crucificados. La implicación en la transformación de la realidad, en la liberación de los oprimidos, responde a la voluntad de Dios que quiere para todos sus hijos e hijas una vida digna.

TEXTOS

“¿Hasta dónde, ricos, os dejaréis llevar por vuestro loco egoísmo? ¿Queréis poseer vosotros todo el planeta? Los bienes del mundo pertenecen a todos: ¿quién os autoriza a monopolizar para vosotros el derecho de propiedad? La naturaleza nada sabe de ricos; ella nos hace a todos pobres. Cuando salimos del vientre materno estamos desnudos, no tenemos nada. Y cuando bajamos a la fosa es imposible que nos podamos llevar a ella nuestras propiedades. Sobre el ataúd del rico hay el mismo montón de tierra que sobre el ataúd del pobre. Aquel trozo de tierra, que antes no bastaba para la codicia del rico, ahora es incluso demasiado para albergar su cuerpo”. (S. Ambrosio de Milán)

“¿Quién

quién quiere apagar mi canto,

mi canto de música y de piedra –alarido y guijarro?

¿No puedo golpear ahora con él,

ahora, ahora mismo en la puerta de la injusticia y del tirano,

en el pórtico del silencio y las tinieblas?

¿No puedo golpear ahora con él

en el claustro callado del cielo,

en el pecho mismo de Dios…

para pedir una rebanada de luz? (León Felipe, “Ganarás la luz”)

Preguntas

Isaías 1, 10-17. Periodo de prosperidad económica y de relajamiento moral. El profeta condena el culto engañoso de las clases pudientes, dada su insensibilidad social ante el sufrimiento de los pobres.

Salmo 72 (71). Salmo mesiánico describe al rey ideal que Jesús, Mesías cercano a los pobres y oprimidos, “manso y humilde de corazón”, encarnará.

Santiago 5, 1-6. Textos “desagradables”, pero ahí están en el Nuevo Testamento… no se trata de ninguna lucha de clases sino de la justicia que Dios quiere.

Carlos COLLANTES DÍEZ sx